La forma en que Iris no se sentía cómoda con el príncipe Kellan no pasó desapercibida para Caña. Todo su cuerpo irradiaba su incomodidad y, después de varios meses juntos, aprendió algunos de sus hábitos y conocía su lenguaje corporal cuando sentía algo.
No fue difícil, ya que ella era la persona más honesta que había conocido, casi como si tuviera dificultades para ocultar sus verdaderas emociones.
—Entonces, ¿por qué te sientes incómoda con él? —Caña le preguntó amablemente—. La habitación estaba quieta y se sentía tranquilo tener esta conversación profunda con ella.
Iris jugueteaba con sus dedos de nuevo. Sus cejas se fruncieron ligeramente mientras abría su boca y estaba a punto de responderle, pero luego la cerró y pensó en su respuesta. Pasaron dos minutos antes de que Iris pudiera decir algo y la respuesta no fue satisfactoria.