Hanna se sorprendió al ver a una maltrecha Iris entrar en el dormitorio en medio de la noche. Se veía demacrada, temblaba como una hoja mientras su cuerpo estaba tan frío.
Hanna inmediatamente saltó de su cama y se acercó a Iris. Pánico y preocupación llenaron sus ojos. Había estado tratando de encontrarla durante los últimos días y obtener cualquier información sobre su paradero, pero lo único que pudo descubrir fue el hecho de que Iris estaba en el dormitorio del alfa, por eso la amante parecía tan agitada, como si fuera a lanzar un golpe a cualquiera que cometiera incluso un error trivial.
Pero nadie sabía si todavía estaba viva o no.
Pensaba ir al alfa por la mañana, pero ahora vio a su querida señorita parada en la puerta, abrazándose a sí misma y luciendo tan miserable.
—Oh, mi querida... ¿dónde has estado? —Hanna se apresuró hacia Iris y la abrazó fuertemente.