—Me guardas rencor porque nací en un momento en que tú ya habías terminado con la maternidad y querías concentrarte en ti misma, por eso elegiste odiarme. Pensaste que yo era la causa de tu sufrimiento —Abby lo había pensado durante un tiempo—. Pero, Anciana Rosa, ¿sabes qué? No eres la única que puede resentirse con alguien.
La Anciana Rosa se sorprendió al ver que Abby se defendía por sí misma cuando solía ser muy callada y no era una persona confrontativa. Pensó que la conocía bien, pero resulta que esa chica tímida había desaparecido hace tiempo…
—Crecer con tu odio hizo que te odiara también —Abby se levantó y miró hacia abajo a la anciana Rosa—. Elijo dar a luz a este bebé y elijo amar a mi hijo pase lo que pase. Puede que no sea una buena madre, pero hay algo que sé; no quiero que en el futuro, mi hijo piense de mí de la manera en que yo pienso de ti.