Como si el momento no pudiera ser peor, Della comenzó a sentir la contracción en su estómago. Sabía que el bebé venía, este era su mes, pero ¿quién habría pensado que sería al mismo tiempo que estaban bajo el ataque del monstruo?
Amara y Tatiana estaban a su lado, calmándola, pero no sabían qué hacer para ayudar, aparte de frotarle el brazo y sostenerle la mano. No sabían que dar a luz podría ser tan aterrador, ya que nunca habían presenciado uno.
—¿Dónde está Aderan? —preguntó Tatiana, estaba al borde de llorar. Era dos años más joven que Amara.
—No lo sé —respondió Amara. Miró a su alrededor, pero no pudo ver al hombre. Dijo que iba a buscar ayuda.
