Iris miró a Caña, nunca lo había visto usar algo tan formal, pero ahora sí y en un color morado oscuro, que sorprendentemente, le quedaba muy bien.
Ya había visto al rey y al príncipe heredero usando este color antes, pero ninguno de ellos podía compararse con el aura que emanaba del alfa en este momento. Se veía regio sin siquiera intentarlo. La gente que no lo conociera lo confundiría con el rey.
El alfa caminó a través de la habitación y su forma de caminar era tan elegante, como si toda la habitación se iluminara por su presencia y cada sirviente sintiera la necesidad de inclinarse ante él, un impulso que solo podría ser impuesto por un verdadero soberano.
—Señorita, lo está mirando embobada —Hanna murmuró cuando finalmente Iris dirigió su atención hacia ella después de muchos codazos, se rió al ver la expresión de su señorita.
Al darse cuenta de eso, Iris cerró de inmediato su boca y bajó la cabeza, avergonzada.