"Los pensamientos dispersos de Caña no soportaban la vista de Nala, ni siquiera recordaba su existencia y todo lo que quería hacer era descansar junto a su compañera.
—¿Has comido? —preguntó Nala con preocupación en sus hermosos ojos.
Pero, su dulce voz irritó a Caña de mala manera, especialmente cuando intentó tocarlo, al ver lo mal que estaba.
—¿Estás bien?
—Tócame y te mato —advirtió Caña de manera sombría.
Esa advertencia logró detener a Nala en su camino, cuando su mano ya estaba a medio camino para tocarlo. Se detuvo, temiendo escuchar malicia en la voz de Caña, como si realmente fuera a hacerlo si ella lo tocaba. Inmediatamente retrajo su mano.
El alfa ni siquiera alzó la voz al decir eso, pero no necesitaba hacerlo, porque su intención era tan clara, que Nala podía verla directamente en sus ojos, lo que la obligó a bajar la mirada, temiendo verlo directamente.