La princesa Osana se recostó perezosamente de costado, cubriendo su desnudez con una manta, mientras observaba a Will vistiéndose.
—Ven aquí... —La princesa Osana lo llamó con su dedo y él se acercó a ella como un alma perdida. La princesa sacó entonces su anillo favorito de su dedo y lo colocó en el de Will—. Me gusta tu compañía, esto es tu recompensa. —Se levantó de la cama y lo besó en los labios, pero él no respondió.
Sin embargo, eso no la enfureció. El acto se había realizado y, como ella dijo, le gustaba tenerlo en su cama. Él sabía qué hacer con su cuerpo y cómo ella veía desesperación en esos ojos, como si hubiera matado algo dentro de él. Le gustaba este tipo de vista.