—Arruíname —dijo Della con severidad—. Quiero que me arruines. Te quiero a ti.
Si tenía que morir por esto, que así fuera. Estaba tan desesperada por escapar de esta vida infernal que había estado viviendo durante años. Sin mencionar la tradición, donde los hombres podían obtener lo que quisieran sin ninguna consecuencia. Pero cuando las mujeres hacían lo mismo, sólo un destino funesto las esperaba.
Della quería hacer lo que Aeon le había hecho. Era una bofetada en la cara cuando estaba con Aderan, porque el Rey pensaba que la tenía bajo su pulgar.
Quería hacerlo con varias personas, lo que le daría placer porque humillaría a Aeon, pero luego no pudo hacerlo porque tenía a Aderan. La idea de traicionarlo era mucho más aterradora que la idea de traicionar al Rey.