Chapter 15 - E2

**10:45 PM, Tokio, Japón | Un día antes de la misión de Toji**

En una habitación oscura, solo se escuchaba el sonido de agua goteando. Una mujer de belleza peculiar estaba de pie, observando una piscina de color negro y viscoso frente a ella. La piscina estaba llena de extremidades y partes de demonios.

La mujer tenía el cabello negro largo y trenzado, con una expresión facial suave y elegante que se sumaba al color singular de sus ojos: el derecho era negro azabache y el izquierdo rojo oscuro. En el ojo izquierdo, un tatuaje compuesto por cuatro cadenas dispersas en diferentes direcciones destacaba distintivamente. Sus labios carnosos, sin pintalabios, y su nariz fina y cuidada completaban su apariencia. 

Vestía un kimono blanco tradicional japonés con una faja azul marino que resaltaba su buen gusto. A pesar de su apariencia serena, la mujer estaba ansiosa, con los labios fruncidos ligeramente y una expresión estoica que apenas lograba mantener.

"Realmente te gusta tomarte tu tiempo, ¿no? Bueno, es de esperar, llevas cientos de años robando cuerpos y usurpándolos para tu propio beneficio, ¿no? Era de esperar que tengas tanta paciencia, pero ya llevas dos horas aquí y es repugnante. El día en que me devuelvas el cadáver de mi hermano, me separaré de tu asquerosa existencia", dijo la mujer en voz alta, dirigiéndose al agua viscosa de la piscina. Sabía que quien estaba ahí podía escucharla completamente.

El agua empezó a vibrar lentamente, las ondas comenzaron a hacerse visibles cuando de repente un hombre totalmente desnudo salió de la piscina con una sonrisa calmada. Su físico era destacable: delgado, musculoso y de estatura alta. Tenía los ojos cerrados mientras sonreía tranquilamente. Era bastante normal en todo sentido, salvo por algunos detalles: ojos pequeños y afilados, perforaciones en ambas orejas, una cicatriz en forma de sutura que abarcaba casi toda su frente, otra cicatriz en forma de 'X' en su mejilla y su cabello medio azulado, largo y suelto, recogido en la parte superior en un rodete, dejando la parte inferior suelta.

Con calma, el hombre caminó entre los restos de demonios en la piscina, pisoteando intencionalmente algunos de ellos. Una vez salió de la piscina, la mujer, con una cara de desagrado, le extendió una bata de baño, similar a las que se usan en los spas. Sin mirarla, el hombre simplemente extendió su mano en un movimiento que detuvo sus acciones.

El desagrado de la mujer se hizo más evidente, pero se resignó a mantener la bata en sus brazos, esperando el próximo movimiento del hombre.

El hombre salió por la puerta y caminó hacia el balcón con calma. Se paró cerca de la barandilla y extendió los brazos a ambos lados, reflejando su sensación de libertad sin necesidad de palabras, exponiendo su cuerpo desnudo a la ciudad nocturna. Desde el piso número 90 del hotel más alto de Japón, sonreía con los ojos aún cerrados.

La mujer se acercó a él por detrás, pero mantuvo una distancia prudencial. Aunque sabía que no podía hacerle nada, prefería mantener su espacio. Su poder consistía en formar contratos con otras personas. Mientras que los demonios ya podían hacer contratos con otros demonios y humanos, lo que la hacía especial era la amplitud de su habilidad.

Estos contratos abarcaban más que un simple acuerdo de amo y siervo o de prestar poder a cambio de algo. Podía hacer que los humanos hicieran contratos con otros humanos. Por ejemplo, a cambio de un millón de dólares, un humano podría vender una parte de su cuerpo. Una vez establecida la negociación, las consecuencias de fallar el contrato debían ser determinadas por ambas partes, debiendo tener un valor equivalente a las ganancias del contrato. 

Además, su habilidad tenía un plus que la hacía valiosa: podía hacer que los humanos hicieran contratos consigo mismos. Por ejemplo, a cambio de tiempo de vida, la habilidad de una persona podría recibir un impulso, pudiendo ser aleatorio o no, dependiendo de lo que la persona deseara. En este caso, fue este plus el motivo por el cual este hombre estaba allí. Su habilidad original era el cambio de cuerpo, pero...

Justo cuando seguía en su diatriba mental, el hombre habló con calma, sacándola de su ensimismamiento.

"Mañana será un día bastante ocupado.". Con calma, se giró y pasó por su lado, acercándose a la puerta.

La mujer, mirándolo con molestia evidente, habló con veneno en su voz.

"¿Cómo se sienten tus nuevos cuerpos? ,Espero que no los disfrutes mucho, bastardo.". La cólera de la mujer subía cada vez más; nunca admitiría cuánto la irritaba este hombre, pero nunca en su vida alguien la había exasperado tanto.

Ante sus palabras, el hombre se dio la vuelta un poco, mirándola de reojo mientras comenzaba a hablar.

"Se siente demasiado bien, más ahora que tengo el cuerpo de tu hermano bajo mi control. Me pregunto qué hubiera pensado tu hermano Hiroshi sobre esto." Dijo el hombre, observando cómo los ojos de la mujer lo miraban con dagas que anhelaban ver su sangre corriendo por el suelo en ese mismo instante.

"¡Ah! Qué tonto de mi parte, lo siento, lo había olvidado... Tu hermano no puede decir nada porque está muerto. ¡Ups! Lo asesiné sin querer, o tal vez no... quién sabe." Dijo el hombre con una sonrisa suave y divertida mientras observaba cómo las venas de la mujer se manifestaban en su hermoso rostro.

"Ahora, ahora, no seas así. Tráeme esa bata que tienes en tus manos; hace mucho frío, podría morir congelado." Los ojos de la mujer se oscurecieron, mostrando su ira evidente, un odio profundo hacia él. Sin embargo, se movió hasta donde estaba y le ofreció la bata.

"Buena chica," dijo el hombre e intentó darle una palmada en la cabeza, pero ella rechazó rotundamente golpeando su palma con brusquedad.

"Conoce tus límites, Kenjaku. Tú y yo tenemos mucho que perder aquí, pero tú más que yo,". dijo la mujer mientras lo miraba a los ojos.

Con una risa, el hombre conocido como Kenjaku solo sonrió ante sus palabras y se giró mientras se colocaba la bata.

"¿Sabes algo de Katana Man y Sawatari?" ,Preguntó Kenjaku mientras sonreía con calma y cruzaba la puerta de la habitación del lujoso hotel que ambos usaban para descansar.

Desde que Kenjaku tomó el cuerpo de Hiroshi en el famoso ataque de la Rebelión de los Demonios que ocurrió hace cuatro años, recibió los recuerdos de Hiroshi a través de su cuerpo. Antes de que todo pasara, era uno de los socios que patrocinaba la secta de Hiroshi y uno de los tantos que estaban al tanto de las acciones de este lunático, además de ser uno de los más ansiosos por su caída.

"Ellos llegarán aquí en 10 minutos," respondió la chica, quien había estado callada desde su arrebato de ira anterior.

Asintiendo a lo que dijo, siguieron caminando hasta llegar a una habitación amueblada con las comodidades básicas de un hotel de cinco estrellas: una cama amplia, decoraciones de madera oscura de alta calidad, paredes de mármol y cristales blindados a pedido del propio Kenjaku, decoraciones similares a las que poseía el antiguo Hiroshi en vida.

Sentándose en la cama, Kenjaku tomó un respiro y observó a la chica que lo miraba desde la esquina de la habitación. Notando que su expresión no había cambiado, comenzó a hablar.

"Nos queda un día para que todo comience a funcionar," dijo Kenjaku con calma antes de seguir divagando en su mente, acomodando su plan para darle marcha.

Se suponía que quedaba un día antes de que la misión de Zenin comenzara. En ese tiempo, se encargaría de mover sus piezas. Ahora mismo, tenía tres cuerpos fusionados en uno solo: el cuerpo de Hiroshi, el del cazador chino que intentó asesinar a Toji y el del cura que se reunió con Toji y estaba enterado del intento de Kishibe de acabar con Seguridad Pública.

Pensaba involucrarse en ese conflicto, ya que le convenía que Seguridad Pública cayera o al menos se debilitara. Las razones eran simples: obtener el corazón de Chainsaw Man era crucial para sus objetivos. Necesitaba deshacerse también de Mizuki Kai y de la Bendita, quien no era más que una demonio supuestamente legendaria con la que el Clan Mizuki había hecho contratos hace mucho tiempo.

Según lo que había investigado y lo que sabía de antemano, esa chica tenía un gran potencial destructivo, capaz de destruir varias ciudades sin apenas esfuerzo. Sin embargo, aún no había alcanzado el nivel de madurez que él había presenciado hace 500 años. Que estuviera en manos de Seguridad Pública era un problema demasiado grande para él. Una chica así era un problema para sus planes futuros y no debía existir.

Había estado allí desde que los demonios comenzaron a hacerse más y más fuertes. Estuvo presente en cada etapa y observó a cada uno de aquellos que estuvieron en la cúspide del poder y en la caída a manos de alguien con igual o mayor poder. Vio, luchó y se enfrentó a varias reencarnaciones del Demonio Control, enfrentó a miembros del Clan Mizuki hace 500 años y se enfrentó a superhumanos con un poder físico absoluto.

Al parecer, en esta era, el ciclo se volvía a repetir. Ya había estado pasando lo mismo desde hace 500 años: una reencarnación del Demonio Control, un tipo con un poder físico inhumano y el iluminado. Parecía que el destino siempre le pondría trabas en el camino, pero no sería así; no más. Él decidiría cómo se harían las cosas a partir de ahora.

Con golpes en su puerta que la mujer atendió de inmediato, Kenjaku se preparó para recibir a los visitantes. Una chica y un hombre entraron a la habitación y, tras mirar sospechosamente a la mujer que los había recibido, sus reacciones no tuvieron precio.

Katana Man se quedó de piedra y Sawatari no fue la excepción. Ambos observaban a la persona frente a ellos que les sonreía de forma calmada y amable.

"Tiempo sin verlos, chicos," .dijo Kenjaku antes de continuar. "Tenemos mucho de qué hablar... ¿no creen?".

"¿Hiroshi?" .espetó Katana, una mezcla de odio y sorpresa en su voz.

"No que él estaba muerto," agregó Sawatari, también sorprendido.

"Ahora, ahora, deberían relajarse un poco. Solo deben saber que yo... no soy él," dijo Kenjaku, con su sonrisa creciendo.

Salto de Tiempo: Día de la misión de Chainsaw Man.

La misión de derrotar al Demonio de la Eternidad había sido extremadamente complicada. Denji, en una lucha sin descanso, había logrado que el demonio se rindiera a base de innumerables cortes con sus motosierras, llevándolo a un estado de sufrimiento tal que no tuvo más opción que ceder.

Con un suspiro largo, la figura cansada de Denji emergió del cuerpo del Demonio de la Eternidad, sosteniendo un fragmento de bala en sus manos con fuerza. "Lo tengo," dijo a sus camaradas, quienes salieron de las habitaciones donde habían decidido dejarlo luchar solo contra el demonio. Mostrando el fragmento en sus manos, Denji sonrió victorioso, haciendo que los demás, con sus caras demacradas por el cansancio y el hambre, le devolvieran una sonrisa con el mínimo ápice de fuerza que aún les quedaba.

"Ya es hora de irse al fin," dijo una chica de cabello castaño, con una voz que temblaba de alivio al saber que su misión había terminado por fin y que al fin recibiría su paga y el descanso que merecía. Himeno se acercó a Aki y se recostó sobre él, suspirando de cansancio. Aki solo la dejó hacerlo sin quejas.

Power, una poseída con cabello rubio, ojos rojos y amarillos que formaban un patrón de cruz, dientes afilados y colmillos definidos, y cuernos rojos claros que sobresalían de la parte superior de su cabeza, gritó, "¡Tengo hambre, Denji!", a su cansado amigo, quien bajaba del montón de piel y masa amorfa que era el Demonio de la Eternidad.

Aliviados de que todo había terminado, todos sonrieron de forma tranquila, creando una atmósfera de paz en el lugar. Pero esa tranquilidad se rompió con el simple sonido de dos disparos que resonaron en el lugar.

Los dos poseídos que estaban en contacto físico cayeron desplomados, con un agujero de bala en la cabeza. La mirada de todos se volteó bruscamente al ver la caída de ambos poseídos aparentemente sin vida. Detrás de ellos, un hombre con dos pistolas en la mano, cuyas bocas de las armas aún escupían humo, los miraba con una sonrisa burlona.

Aki, en un trance, observaba la cara de ese hombre. Los recuerdos azotaron su mente como una tormenta furiosa, recordándole los sucesos de ese día, la muerte de su mejor amigo y la humillación que sufrió Seguridad Pública. "Toji Fushiguro," murmuró Aki con un odio indescriptible hacia ese horrible ser. Su sorpresa inicial había sido fuerte cuando lo vio de nuevo. Hace cuatro años apareció de la misma forma, y era increíble cómo en una noche había puesto su estado mental patas arriba.

Pero Aki ahora era más fuerte y más rápido. Sería capaz de vencerlo, de ganar, de salvarlos a todos. "Tiempo sin vernos, mocoso molesto," dijo Toji con calma mientras caminaba varios pasos en dirección hacia ellos. De repente, una mano invisible lo impactó y lo estrelló contra la pared del edificio.

Himeno, una mujer pelinegra con un parche en el ojo, lo miraba preocupada y a la vez molesta. Sabía quién era este hombre y lo que le hizo a Aki, así que lo entendía, pero también estaba preocupada. Sabía que Aki podía atacar sin pensar, y sumando el agotamiento que todos tenían, existía la posibilidad de que perdieran contra él, una posibilidad que aumentaba en un 50 por ciento si lo miraban objetivamente. Viendo el panorama, era muy posible que perdieran. En su mente, consideró la posibilidad de escapar, pero era difícil, ya que solo le darían la espalda a su enemigo. Lo único que podían hacer era... luchar.

Con una sonrisa burlona, Toji observó cómo la expresión colérica de Aki que reflejaba su ira lo incitaba a utilizar su contrato con el demonio Zorro, Kon. Con una expresión de ira, Aki realizó el mudra típico de los usuarios portadores del contrato con el demonio Zorro. "¡Kon!", dijo Aki, con su único ojo abierto apuntando directamente a través de su mano a la cara de Toji.

El Demonio Fantasma, contrato de Himeno, soltó a Toji, quien cayó al suelo de pie y completamente ileso. En un instante, una boca gigante del Demonio Zorro, con ojos anillados, devoró al hombre musculoso y su Inventario Maldito de un solo bocado.

Sin embargo, ocurrió algo inesperado.

El Demonio Zorro escupió a Toji desde su boca, aún intacto, haciéndolo caer al suelo como si estuviera muerto o desmayado. "¡ME HAS DADO DE COMER UNA COSA ASQUEROSA COMO ÉSTA, AKI! ¡QUÉ ASCO! ¡PARA LA PRÓXIMA, TEN ALGO DIGNO!" gritó el Demonio Zorro antes de desaparecer completamente, dejando a Aki aún más aturdido y confundido.

Toji se levantó con una sonrisa fría y unos ojos agudos, disfrutando del caos que había provocado. Kobeni, una de las chicas del grupo de cazadores, con cabello corto y negro atado en una cola de caballo, miraba con miedo desde su posición arrodillada en el suelo. En su rostro había cuatro lunares: dos debajo de su ojo izquierdo, uno en el lado inferior derecho de su boca y uno en su mejilla izquierda.

"¿Cómo me metí en esto? Mejor haber sido una prostituta en vez de ser una cazadora. D-d-d-d-dios mío... ¿por qué me pasa esto a mí?" murmuraba Kobeni, desatando sus lágrimas. Al parecer, ya había sido demasiado para ella en estos días, y que un mercenario los atacara era la gota que colmaba el vaso.

Mientras tanto, Himeno observaba con preocupación la escena. Sabía que tenían pocas posibilidades de vencer a Toji, especialmente en su estado actual de agotamiento. 

Colocando el cuchillo que Himeno había tomado hace algunos días en su propio cuello, después de que ella lo soltara sin darse cuenta, las lágrimas de Kobeni continuaban derramándose con más fuerza mientras su respiración se hacía más pesada. Con rapidez centelleante, los recuerdos de su familia, a pesar de haberla obligado a venir aquí, pasaron por su mente. Ella los seguía amando.

"Lo siento", murmuró Kobeni antes de apretar el cuchillo en su cuello.

Sin embargo, una mano masculina apretó la suya con fuerza, evitando que se autolesionara.

Un hombre joven con pelo corto y puntiagudo, una cicatriz en la mejilla derecha y ojos negros y redondos, vestido con traje negro y corbata, la miraba con una mezcla de preocupación, miedo, agotamiento, nerviosismo y, por último, determinación.

"Kobeni, no-no lo hagas, mi-mírame", murmuró Arai, quien intentaba evitar que, por la presión, ella acabara con su vida. "Aún tenemos oportunidad contra él. Pronto llegarán los refuerzos. Además, no vale la pena hacerlo."

Kobeni, aún sumida en un pánico inmenso, miró a Arai con duda y molestia.

"N-no vamos a ganar nunca, A-arai. S-se realista. S-solo mira a-aquel tipo, e-está en mejor con-condición física que-que todos nosot-nosotros", dijo Kobeni, cansada y desesperada, con un tartamudeo que dejaba ver que su miedo seguía creciendo.

"N-no digas eso", dijo Arai sin pensarlo dos veces. "Solo debemos esperar por los refuerzos. E-estoy seguro de que, si alguno de nosotros escapa y a-avisa a los demás, podremos hacer algo. S-solo debemos aguantar." Con esas palabras, hizo que la mirada de Kobeni se iluminara, la esperanza volviendo a su ser como una bombilla que vuelve a brillar después de un largo tiempo sin electricidad.

"K-Kobeni!", dijo Aki, aún mirando hacia el frente, donde Toji, con las manos en los bolsillos, los observaba con algo de diversión, dejando que la situación se desarrollara frente a él.

A la llamada de su nombre, Kobeni dirigió su cabeza hacia Aki. Cuando fue a responder, Aki habló con calma.

"Necesito que salgas y llames a los refuerzos. Arai irá contigo. No quiero objeciones. Además, lleva el cuerpo de Power y Denji, trata de curarlos mediante el uso de sangre, y, por último, aléjalos lo más posible y resguarda el pedazo del demonio pistola. No sabemos por qué él está aquí", dijo Aki, mirando de reojo a Kobeni y a Arai.

Ante esto, tanto Kobeni como Arai salieron disparados hacia los cadáveres de Denji y Power. Con ese nuevo sentimiento de alarma, cada uno tomó los cuerpos y con presteza salieron.

O eso habría pasado, si no fuera porque Toji, en un parpadeo, desapareció de su posición y reapareció frente a Arai.

El hombre no tuvo tiempo de reaccionar cuando, a pocos metros de él, Toji le apuntaba con una pistola directamente a la cara.

Arai intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca. No hizo falta, ya que Toji apretó el gatillo sin dudar, dándole de lleno en la cabeza.

El sonido ensordecedor del disparo dejó a todos aturdidos. Aki, quien se había dado vuelta momentos después del sonido de la bala, notó cómo el cuerpo de Arai caía al suelo, sin vida.

Las miradas de todos se centraron en el cuerpo sin vida en el suelo. Aki, atónito y aturdido, y Kobeni, con los ojos fijos en el agujero de bala en la cabeza de Arai, quedaron paralizados.

Himeno fue la que reaccionó más rápido e intentó usar al demonio fantasma de nuevo, pero Toji fue más rápido. Justo cuando Himeno levantaba su mano, Toji disparó a quemarropa a Kobeni, haciendo que esta cayera al suelo desangrándose.

Rápidamente, Toji soltó el arma con la que disparó tanto a Arai como a Kobeni y, con velocidad, sacó su Split Soul Katana para bloquear el ataque.

La mano del demonio fantasma impactó contra la guardia que Toji había creado, usando ambos brazos y colocando la Split Soul Katana frente a su pecho de forma vertical.

El largo brazo blanco, cargado de una fuerza impresionante, empujó a Toji hacia atrás, haciendo que este chocara una vez más contra la pared, como al inicio.

"¡AKI!" Gritó Himeno, agitada y preocupada, sin saber qué hacer ahora que tenía a Toji de nuevo atrapado.

En la mente de Aki, la muerte de su amigo se hizo presente. Los recuerdos de cómo Toji había asesinado a su camarada justo frente a él y cómo ese día afectó su psique de forma irreparable aparecieron de nuevo, haciendo que un odio combinado con nerviosismo emergieran de forma espontánea, al tener esta escena similitudes con lo que pasó hace cuatro años.

Mientras el sudor y el estupor seguían presentes en su rostro, la voz de Toji resonó en su mente: "Uno menos, quedan cuatro." La voz preocupada de Himeno se coló en su mente: "¡AKI, AKI, AKI, AKI, REACCIONA DE UNA PUTA VEZ!".

Los ojos de Aki volvieron a enfocarse,pero eso no signifcaba que el estuviera bien de nuevo, revelando ante el una Himeno que lo sostenía por el rostrocon ambas manos, La cara del demonio fantasma se materializó justo detrás de ella.

El demonio fantasma es un demonio grande con un cuerpo algo cilíndrico; su torso está cubierto de flores blancas con centros amarillos o rosados y tiene varios brazos entre piernas. Su cabeza parece vieja y reseca, con cabello largo, oscuro, ondulado o rizado y mejillas hundidas sus ojos y su boca están cosidos.

"Menos mal que ya volviste. Debemos hacer algo... Kobeni...". Sin embargo, Himeno notó cómo la mirada de Aki aún seguía vagando, primero posándose en el cuerpo desangrante de Kobeni y luego en el cuerpo sin vida de Arai, que ahora tenía un charco de sangre más grande.

"¡Aki, maldita sea!" .Espetó Himeno, propinándole una cachetada en la cara.

Aki al fin reaccionó del todo y, sin dudarlo, sostuvo su espada con forma de clavo, que le permitía hacer ataques especiales a cambio de dar tiempo de su vida.

Los ojos de Himeno se abrieron con furia y, antes de que pudiera reclamarle algo a Aki por intentar usar su espada, una risa burlona y fría se escuchó. Era Toji, quien aún seguía bloqueando sin dificultad aparente el ataque del demonio fantasma.

"Oh, al fin el muchacho tiene cojones, ¿eh?" dijo Toji con fría diversión, como si nunca hubiera asesinado a una persona y dejado al borde de la muerte a otra.

"¡Voy a asesinarte!" exclamó Aki, reafirmando su determinación.

"Entonces..." Con una sonrisa, Toji reforzó su agarre en la espada y, con su fuerza característica, usando sus pies genero mas fuerza que el mismo demonio y aprovechando el espacio entre ellos el cual fue suficiente, cortó a gran velocidad la pálida mano del demonio fantasma, haciéndola trizas.

Sin perder tiempo, Toji se lanzó hacia Himeno. Apuntó su arma a la cara de ella, y Aki, con rapidez, se interpuso. Pero solo fue una finta, ya que Toji saco la segunda arma que habia usado y, con una sonrisa, disparó de nuevo a quemarropa, impactando en todo el cuerpo de Aki, evitando áreas vitales.

Zonas como su hombro izquierdo y ambas piernas recibieron fatalmente los impactos, haciendo que el cuerpo de Aki cayera de bruces al suelo.

Himeno intentó defenderse en vano, levantando una guardia alta con sus brazos. Toji llegó hasta ella y, con fuerza, la golpeó en la cara con la culata del arma, rompiendo sus defensas y haciendo que se estrellara contra la pared, quedando inconsciente.

Aki, con una mirada de rabia, observó al hombre encima de él, quien, con una sonrisa, le habló. "Nos vemos después..." dijo Toji, y con una patada, Aki quedó inconsciente de nuevo.

Toji, con calma, caminó hasta el cuerpo de Denji y, con una patada, lo giró, ya que había quedado boca abajo. Le arrancó y tomó el trozo de bala que pertenecía al demonio armas. Levantándolo en sus manos, lo inspeccionó bajo el rayo de sol que entraba por una de las ventanas rotas.

Sin embargo, sus sentidos lo alertaron de dos presencias poderosas, al menos a su nivel, fuera del edificio.

Justo cuando fue a girar su cabeza.

Toji no tuvo tiempo de reaccionar cuando una voz se magnificó por encima del silencio, pronunciando la palabra "¡REPELER!"

Con gran fuerza, Toji fue lanzado por el aire, atravesando violentamente la habitación del hotel y cayendo en la calle detrás del edificio.

Cayendo de pie gracias a su agilidad.

 Con una mirada fría, observó la figura de un hombre rubio mirándolo de forma calmada e impasible desde la habitación de donde había salido volando.