A primeras horas de la mañana se escuchaban los silbidos ocasionados por los golpes de una espada en uno de los jardines del palacio real.
Franz entrenaba golpeando a un muñeco de entrenamiento con una espada de madera y a juzgar por el sudor en su frente y la vela ya apagándose que yacía en el suelo a unos 6 metros de distancia, Franz había estado entrenando desde hace mucho antes.
Francamente Franz se encontraba exhausto, pasó casi toda la noche entrenando sus habilidades con la espada en el patio y continuó durante horas incluso después de ver al sol salir a su costado, pero Franz no se detuvo, de hecho su físico inumano es resultado de años de entrenamiento y esfuerzo que le permitirían en condiciones normales hacer ejercicio durante días enteros de ser necesario, no obstante, el cansancio de Franz se había acumulado tanto mental como fisica mente y lo estaba volviendo loco.
Franz ya no dormia y a penas comía, las ansias estaban consumiendo toda su salud mental, últimamente el único pensamiento que permanecía en su cabeza era el evento forzado por el que tendiría que pasar dentro de poco: "La prueba de los dioses".
No se sabe la cantidad exacta de dioses que existen en este mundo ni como fueron creados o siquiera él porqué de su existencia, pero pese a la falta de conocimiento acerca de estos dioses hay algo que todo el universo sabe y eso es que... "Los dioses pueden morir."
Cuando un dios muere el resto de dioses es encargado de elegir un sucesor apropiado y para ello organizan un torneo con participantes alrededor de todo el universo con un único ganador seleccionado como él próximo dios encargado de remplazar al anterior.
La marca inconfundible de aquellos que son candidatos a la divinidad es una marca en el dorso de alguna de sus manos y esa misma marca es aquella que tenía Franz en el dorso de su mano miéntras agitaba su espada de madera desquitandose de sus pesares y mala suerte al ser seleccionado para un evento tan importante pese a aún encontrarse de luto.
Lo que más desea Franz en estos momentos es paz, la paz que nunca ha podido encontrar a lo largo de su vida, paz verdadera, paz interna, paz mental, Franz quiere un alivio de todo lo que le ha pasado y de todo lo que siente, un simple descanso.
La vida de Franz desde su niñez ha estado plagada de intentos de asesinato, falsas amistades, enemigos por doquier, muerte y responsabilidades con las que debe cumplir, no hay paz alguna en la clase de vida agitada que él ha estado viviendo desde que tiene memoria y él tampoco había realmente tenido esperanza en que las cosas cambiarán, la verdad es que en la superficie las cosas nunca cambiaron pero una persona logró hacer que las cosas cambiarán almenos para él. "Esa persona está muerta."
Ahora más que nunca Franz desea el poder encontrar esta tan lejana paz, porqué es solo cuestión de tiempo antes de que él sea arrogado a un terreno de guerra donde peleará a muerte con millones de personas queriendo convertirse en dios y pese a que él también será una de estas personas, Franz todavía no está listo.
Aunque Franz aún lloraba la muerte de la persona que más amaba en el mundo, aunque nunca deseó poder ni riqueza alguna y aunque ya se había esforzado y sufrido demasiado como para tener que volver a luchar una vez más; Fue seleccionado como campeón de los dioses y candidato a futuro dios.
Para convertirse en dios él tendría que volver a sufrir y esfrozarse quizá como nunca lo había hecho antes, pero ¿Acaso el tenía algún motivo para convertirse en un dios? ¿Porqué fue él seleccionado? ¿Por qué razón tendría Franz que volver a sufrir incluso cuando la vida ya no tenía sentido a sus ojos?
Los espadasos resonaron cada vez más dentro del jardín y pronto también los suspiros del príncipe que se encontraba golpeando con su espada de madera con tanta fuerza que parecía querer destruir el mismo mundo.
La imagen de una chica se presentó en la mente de Franz al perder la fuerza detrás de cada uno de sus golpes y el dolor de la muerte volvió a clavarse como una aguja en su corazón.
"¿Qué respuesta tendría ella a mis preguntas?"- pensó Franz mientras la sangre goteaba de sus manos sujetando una espada demasiado dañada.
El cansancio termino por derrotar a Franz y poco a poco sus golpes se tornaron lentos y sin fuerza alguna.
Ya no sonaba el silbido del viento ocasionado por su espada.
Franz ya ni siquiera veía con claridad al muñeco de entrenamiento que debería de estar golpeando.
Pronto Franz se encontró tirado en el césped mirando la luz de luna ya no presente en el cielo, en cambio remplazada por un cielo despejado, infinito y hermoso.
La tranquilidad pronto llegó a Franz después de ver un espejismo dibujado en el azul del cielo, una sonrisa de amor y una voz hermosa fueron sacadas de los recuerdos de Franz para traerle una respuesta a su conflicto y al porqué seguir vivo, la satisfacción apareció en su cara mientras una sola lágrima se derramaba de sus ojos y aún escuchando la voz de su amada