del amanecer iluminaron la habitación de Alejandro, sabía que había encontrado un aliado valiente y determinado en María. Su charla encriptada había sido más que solo palabras; había sido el comienzo de una asociación que cambiaría el destino de la ciudad y de todos aquellos que habían sido afectados por la corrupción del gobierno.
Mientras cerraba su ordenador y se levantaba de su silla, Alejandro miró por la ventana hacia la ciudad que una vez había sido un faro de esperanza. Ahora, con María a su lado, estaba decidido a encender una llama de justicia que ardería más brillante que cualquier sombra que la corrupción pudiera arrojar.
El viaje de Alejandro y María apenas había comenzado, pero mientras enfrentaban el camino incierto que tenían por delante, una cosa estaba clara: juntos, serían la voz de los que no podían hablar y la esperanza