Entran a los aposentos del capitán, se sientan en una larga mesa bajo la tenue luz de las velas, la luz natural no entraba ya que se veía interrumpida por las ventanas cerradas.
El grupo estaba bastante incomodo debido a las miradas de los gurnamentales que se encontraban en el lugar, no los acompañarían a almorzar, si no más bien están ahí para guardar la integridad de su capitán.
—Que bien que hayan aceptado mi invitación, espero que hayan disfrutado su estadía en este pueblo.
Toma asiento en la cabecera en la mesa mientras un grupo de ginas le quitan el saco, el sombrero y le prenden un puro, cada uno hacia una acción diferente.
Un gina comienza a servir la bebida, mientras lo hacía Maron se toma el tiempo para observar como se encontraba físicamente, sus manos estaban bastante dañadas, con cicatrices, pero limpias.
—Por favor apresúrate en servir la bebida, pones incómodo a mis invitados con tu inmundicia.
—Si señor, lo siento.
Se produce un silencio en la sala debido al momento incómodo que había creado, el único sonido presente era el ruidos de las cadenas que llevaba en los pies.
Llega la comida traída por otro grupo de ginas, posan los platos que emanaban vapor.
—Coman tranquilos muchachos, no hay nada de que preocuparse, tengo cocineros expertos, estás inmundicias no tocan nada más que los platos, así que no hay nada de que preocuparse.
El almuerzo daba inicio, trataban de derivar el tema de los ginas, no querían entrar en ese tema, sus conversaciones se sentaban en el colegio y la ciudad de Fáttima.
Es así como pasaron el tiempo, pero aún así no lograron olvidarse donde estaban sentados y de las personas que estaban rodeados.
—Son unos chicos increíbles, me fascinan, son muy inteligentes, si les va bien el Melisma podría tomarlos para sus pasantes, a los cuatro.
Todos sonreían tratando que este gesto se viera lo más natural posible, que no se viera forzada.
—Pero aun no conozco sus nombres, tampoco saben el mio, que descuidado soy, me presento, mi nombre es Augusto.
—Mi nombre es Maron.
—¿De que linaje?.
—Del linaje Livermore.
—Ah, nunca oí de ustedes.
—No estamos en una posición económica buena, somos pocos los que llegamos a entrar.
—Si, me imagino.
—Mi nombre es Melciffer del linaje Cherysshev.
—¿Eres una Cherysshev? De ustedes escuché mucho, conocí a tu madre, una mujer poco femenina, pero espléndida en batalla y carácter.
—Si, aun lo conserva, nos crío a mano firme.
—Que extraordinaria mujer.
—Mi nombre es Hastel y pertenezco al mismo linaje que Máron.
—Claro, por que son hermanos.
—Mi nombre es Loren Fire...-.
—¿Espera, dijiste Hastel? ¿Te llamas Hastel?.
—Si así es.
—¿Donde oí ese nombre? Se que en algún lado lo escuché, un nombre así no lo tiene cualquiera.
—Sera simple coincidencia.
—Bueno, no importa, vamos a divertinos.
Loren se acerca a Hastel para que solo él oiga sus palabras.
—Menos mal que el idiota me interrumpió, estaba por inventarme un apellido.
—¡¿Que?! ¿Porque?.
—Nada, no importa.
Un grupo de ginas se hace presente en el salón, estaban descalzo y solo vestían un trapo que tapaba su pecho hasta las rodillas, detrás de ellos llegan dos cocineros con un bowl cada uno llenos de huevos.
—Bailen, hagan música.
Este grupo comienza a silbar y a hacer ritmo golpeando su cuerpo, mientras el resto de ginas bailaba como podía, ya que su cuerpo estaba al limite, las heridas les impedía moverse con libertad.
—Que lindo es.
Toma la cara de uno de ellos y la acerca bruscamente al lado de ella.
—Pero no más lindo que yo.
Todos comenzaban a reírse a grandes carcajadas, llenaban el salón bajo el ritmo de la música improvisada de estas personas.
Lo suelta haciendo que golpee su cabeza contra la pared y caiga al suelo.
—Podrías ser modelo, lastima que tuviste que nacer gina.
—Lo siento señor.
—Levántate, te ves ridículo.
—Si señor.
Al ponerse de pie con dificultad deja una mancha de sangre en la pared debido al golpe que le había causado.
—Mira como manchaste la pared con tu sucia sangre.
—Lo lamento mucho mi señor, ahora lo limpio.
—Claro que lo vas hacer, si no, tendríamos que prender fuego esta casa.
Este joven lo limpia con su ropa, trataba de hacerlo lo más rápido posible, mojaba su ropa con saliba para que le sea más fácil el limpiarlo, trataba de sonreír y reírse bajo las burlas de los gurnamentales y de Augusto.
—¿Vas a quedarte con esa ropa manchada de sangre.
—Lo siento señor, no tengo otra ropa.
Pronunciaba esta frase bajo su risa para camuflar su verdadera emoción.
—Quitatela.
—¿Disculpe mi señor?.
—¿Acaso hable en elfo? ¿Quien me entendió?.
Todos respondían y se reían, esto provocaba que Hastel y Maron se llenaran de ira, Melcifer estaba asustada y Loren quitaba su mirada, no soportaba ver la situación que estaba presenciando.
—¿Eres idiota? Te dije claramente que te quitaras la ropa, das vergüenza vestido así, ¡QUITATELO!.
Máron tomaba la mano de su hermano y la apretaba para apaciguar su ira, no quitaba la mirada de ellos dos.
Aquel joven se quita la ropa y la tira al piso.
—Listo señor.
—Acomoda esa sucia ropa, ¿O esperas que yo me contagie de toda esa mugre?.
—No señor, disculpe mi atrevimiento.
Con la poca fuerza que tenía acomoda la ropa mientras no dejaba de sonreír, todos se reían debido a las situación que creo Augusto.
Una vez acomodado endereza su postura y se acomoda enfrente de él.
—Listo señor.
—Sabes, eres demasiado lindo, eso no me gusta, me provoca envidia.
—Lo siento señor.
—Vamos hacer algo para que no me sienta así.
Saca una navaja del bolsillo y jugaba con ella mientras conversba con aquel gina joven.
—Lo siento, pero debo hacerlo.
—Le suplico señor, no lo haga.
—¿Súplicas? Por tu vida tienes que suplicar, no por estas estupideces, solo voy a abrirte la cara, sobrevivirás, pero me harás un favor para quitarme esta envidia que tengo.
—Puedo bailar o cantar, haré tareas extras, pero le ruego que no lo haga.
—¿Me estas contradiciendo?.
—No señor, disculpe.
—Me parece que si, lo sentí así, eso no se hace, los animales nunca contradicen a sus dueño ¿O acaso viste a un perro contradecir a su duelo?.
—No señor, jamás.
—¿Entoces porque lo haces?.
—Porque no quiero que me lastime señor.
Maron apretaba cada vez más fuerte la mano de su hermano, estaba llegando al limite, no podía soportar más ver esta situación, se sentía surreal, no se sentía que estaba viviendo la realidad, no podía creer que estaba viendo semejante escena sin sentido.
—Voy a hacerlo, de una u otra forma lo haré, agradece que te advierta de lo que está por suceder.
—Señor...
Aquel joven que estuvo sonriendo todo el tiempo comenzaba a llorar, trataba de aguantarlo pero su corazón se debilitó y lo expreso en esta emoción tan natural para toda persona mentalmente estable, para esta gente era un producto de burla, ver a un joven hombre llorar suplicando que no se lo lastimara hacia que todos rían a carcajadas, este joven no podía frenar su llanto, apretaba su puño para apagar sus ganas de taparse la cara, de secarse sus lágrimas.
Maron estaba abierta de ojos, se sentía en otra dimensión.
—Hay que salir de aquí ya, no lo soporto.
Augusto jugaba con su navaja cerca del rostro de este muchacho, mientras se reía y se burlaba de verlo en este estado emocional, deja de reírse y se abalanza contra él, aquel muchacho cierra sus ojos para dejar de sentir, suspira y relaja su cuerpo, listo para recibir su golpe.
Pero lo único que siente es la brisa del viento junto a un estruendo, de las paredes rompiéndose, un aroma dulce llega hasta el, al abrir ve que aún está de pie, toda la habitación está llena de polvo, lo que nota a simple vista es que aún estába parado y aquel hombre no estaba enfrente suyo, al irse despejando el polvo que dificultaba la vista de todos se da cuenta que hay una figura enfrente suyo.
Al irse por completo todo el polvo nota que quien está parado al frente suyo es Hastel, su rostro estaba lleno de ira, toda la sala estaba en silencio, solo se escuchaba el crujido de la madera, el rostro de sorpresa de todos por la situación en la que estaba Hastel era de admirar y ponerla en una postal, gira su vista hacia donde venía el crujido de las maderas cayendo y nota a dos casas de distancia que estaba tirado el cuerpo de Augusto, Hastel lo había sacado volando con una patada en el cuello.
—Vístete.
Hastel sostenía la ropa de aquel muchacho y se la entrega a en la mano.
—No te mereces esto.
Este joven le regala la mejor sonrisa y por primera vez en su corta edad era natural, hoy llegó a conocer por primera vez la emoción de la felicidad, no supo en sangre propia lo que era sonreír por felicidad, lo que era sentirse agradecido.
Volvía a llorar mientras agradecía, apoya sus manos en los hombros de Hastel y él lo abraza para apagar esa emoción, mientras todos los gurnamentales los apuntaban, estaban en la mira de todos, pero esto no impidió que Hastel lo soltara, golpeaba la espalda de aquel joven.
Por primera vez alguien había salido en defensa de él, no podía creerlo, se sentía en un sueño de cual no quería despertar, todo a su alrededor desaparecia, solo quedaban ellos dos, como si se fueran a otro plano, solo estaban ellos dos, no dejaron que este momento se vea interrumpido por nada ni nadie.
Maron estaba con una sonrisa de oreja a oreja, mientras alivia su preocupación con un suspiro, sabiendo que Hastel haría esto.
Melcifer estaba llena de susto, se podía reflejar en su mirada, no podía creer donde estaba parada, trataba de calmar la situación, pero las palabras no salían, miraba en todas las direcciones.
Loren invoca sus armas mientras mantenía con orgullo esa sonrisa.
Alex M. Martinez.