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Chapter 26 - PRÓFUGOS

Después de que Candado solicitara la ayuda de sus camaradas de la O.M.G.A.B., los presidentes convocaron una reunión de naciones para abordar la cuestión de los Testigos o Prófugos. Afortunadamente, el 90% de los representantes de la organización Bernstein aceptaron colaborar en la captura de los asesinos, mientras que el restante 10% se negó a prestar asistencia a alguien como Candado. Desde ese día, todos los países de Latinoamérica, Europa, Asia, África y Oceanía se movilizaron por todo el mundo en busca de los fugitivos, cuyos rostros y nombres figuraban en los carteles de ¡SE BUSCA!

Los compañeros de Candado se dedicaban a buscar en las afueras del pueblo sin descanso. Él sentía que estaban muy cerca y que tal vez más de una vez se cruzaron en la calle delante de sus narices, como personas comunes y corrientes. La búsqueda continuaba, pero no se hallaban rastros de aquellos individuos hasta que, el 10 de abril, atacaron a un gremio en la ciudad de Villa Ángela, específicamente el gremio de los Yacaré. Afortunadamente, no hubo heridos ni muertos.

Al tener conocimiento de que los fugitivos eran responsables de este ataque, Candado emitió una orden a los Semáforos para controlar las fronteras del Chaco. Sin embargo, cada vez que Candado tomaba una decisión, iniciaba una medida o seguía una pista sobre su paradero, todo desaparecía sin dejar rastro. Era como si Desza jugara con Candado, buscando el placer de castigarlo en lugar de perseguir fortuna.

 

Tras casi tres meses de los acontecimientos en la agencia tricolor, Desza y su equipo encontraron refugio en su cuartel secreto subterráneo, un peculiar vehículo que se desplazaba por las profundidades de las ciudades, un obsequio de sus benefactores Greg y Pullbarey. En esta ocasión, su transporte se estacionó bajo una casa abandonada, ahora en alquiler, y, por primera vez, decidieron salir para disfrutar de aire fresco. Para lograrlo, hicieron un hoyo en el jardín recién limpiado.

Desza, sin embargo, ordenó que le trajeran nafta para el transporte, que se estaba quedando sin combustible. Joel y Dockly se adentraron en la oscuridad de la noche para conseguir el combustible necesario. Mientras tanto, los demás esperaban ansiosos a que regresaran para continuar su viaje.

La vigilancia estaba a cargo de Jørgen y Desza, quienes ocupaban una amplia y cómoda habitación con un sillón grande y esponjoso de color rojo, además de un piano de gran tamaño. Jørgen se sentó y comenzó a tocar una de las melodías de Mozart, mientras Desza se recostaba despreocupadamente en el sillón.

Las horas transcurrían y el equipo decidió hacer una pausa en la casa: explorar el lugar, descansar, comer, lo que fuera necesario. Mientras todos se dedicaban a sus actividades, Desza, observando el reloj funcional en la pared, notó que ambas flechas señalaban las 12:00 de la noche. Al percatarse de esto, una sonrisa se dibujó en su rostro y dijo:

—Jørgen, dime, ¿sabes qué día es hoy?

—No señor, no lo sé —respondió él, tocando el piano.

Desza soltó una risa.

—Hoy es el aniversario de nuestra fuga de esos incompetentes gremialistas.

Jørgen se detuvo y continuó.

 —Vaya, cómo corre el tiempo, señor. Haríamos una fiesta por este aniversario si no estuviéramos siendo buscados en medio mundo. Sería una fiesta muy buena.

 —Relájate, ya tendremos un momento y un lugar para celebrar.

—Señor, ¿cree que es una buena idea trabajar para esos dos? No me fío de ellos. 

—No te hagas drama. Pullbarey y el anciano Greg nos han prestado ayuda, así que no hay de qué preocuparse.

 Jørgen se dio vuelta y lo miró.

—¿Cómo puede creer a un completo desconocido? Desza se levantó del sillón y miró a Jørgen.

—Amigo mío, toda persona que odie a Candado es un hermano.

—Señor, tal vez ellos son doble agentes.

—Tal vez, pero mientras yo no sospeche de ellos, estará todo bien. No te preocupes, nunca haría nada que los perjudique, Jørgen.

—Siento dudar de usted.

 —No te preocupes, amigo.

—Sin embargo, somos las personas más buscadas del planeta. ¿Cómo haremos para seguir adelante? Casi no tenemos aliados.

—Eso, mi querido amigo, ya estaba previsto, y todo lo que está pasando es parte del plan.

—¿Cuál podría ser ese plan?

Desza dio una pequeña risilla y se acercó a Jørgen.

 —El derrocamiento de Esteban Bonaparte Everett.

—¿Eso? Sería imposible.

—¿Lo crees?

—Señor, a diferencia de los gremialistas, los Circuistas tienen una posición dura. No descansarán hasta atraparnos, y, además, son tan rencorosos que podrían llegar a armar una alianza con los gremios para atraparnos.

—Relax, parece que el no dormir por tres largos años te está afectando.

—¿Qué haremos cuando los tengamos encima de nosotros?

—Eso no va a pasar. Esteban es odiado por los Circuitos debido a su confraternización con los gremiales; es algo mal visto moralmente.

—¿Qué conseguiremos con esto?

—Mi hermano, una vez que hayamos derrocado a Esteban, el Circuito estará bajo nuestros pies y seremos los líderes. Cuando tengamos ese poder, podremos acabar de una vez y para siempre con los Gremios.

—¿Funcionará?

—Por supuesto. Si logramos echarlo del poder, me convertiré en su líder y comandaré sus fuerzas hacia la victoria. —Pero señor… Desza comenzó a reírse salvajemente.

—¿Tanto dudas de mí?

—No.

 —Entonces, déjamelo a mí.

Desza tomó su machete, se enfundó en una capa negra que cubría su cabeza y su máscara.

—¿A dónde se dirige, señor?

—Iré a ver a Pullbarey, y a su anciano servil.

—Lo acompaño.

—Bien, recuerda ocultar tu rostro.

Jørgen se puso de pie y tomó una capa idéntica a la de Desza y una máscara clásica de un rostro triste de color dorado. Ambos salieron de la casa y caminaron por las oscuras calles de Resistencia. La presencia de los gremios se notaba en las calles, entre ellos Krauser, vestido con una gabardina marrón oscura, pantalones de gala oscuros, botas negras de cuero y su sombrero que ocultaba su rostro sin cara. Recorría las calles con dos de sus compañeros, manos en los bolsillos.

Desza y Jørgen los esquivaron y tomaron otro camino, intentaron avanzar por los techos de las casas, pero Moneda, acompañada por Ruth y Carolina, estaba caminando allí. No solo ellos; los techos estaban minados de Semáforos con linternas.

 —¿Por qué hay tanto movimiento? —preguntó Jørgen.

Desza soltó una risilla.

—Esto es divertido, me gustaría eliminarlos —en ese momento sacó su machete.

Cuando hizo eso, Jørgen puso su mano en su hombro.

—Alto, señor, tenemos todavía asuntos importantes que atender primero.

Desza mostró desilusión en su rostro y guardó su machete.

—Qué pena, tal vez a la próxima.

En ese momento, se escucharon pasos acelerados de varias personas. Desza y Jørgen se ocultaron detrás de un edificio en construcción y vieron a Krauser exaltado.

—¡¿DÓNDE ESTÁN?!

—Mis hermanos los vieron cerca de una estación de servicio. Krauser agarró de los hombros y le gritó mientras mostraba parcialmente su boca malévola.

—¿Dónde? Habla de una vez, Maidana.

—Los vieron en la estación de servicio de YPF cerca de aquí. Krauser lo soltó y volteó. —Leen, avisa a los que están patrullando en esa zona, quiero que registren toda la cuadra. Después de decir eso, Krauser y los demás corrieron en direcciones diferentes.

Cuando se alejaron, Desza y Jørgen salieron de su escondite.

—Parece que nuestro equipo está en peligro.

—¿Qué hacemos, señor?

—Iremos a salvar sus traseros. Perdí a muchos reclutas en aquel asalto. No voy a dejar que los eliminen. Necesito los ojos certeros de Dockly y las habilidades de robo de Joel.

—Bien, cortemos camino y busquémoslos.

Desza y Jørgen tomaron un callejón en la zona y corrieron por él, manteniéndose distanciados de sus captores. En su ruta, tuvieron que destruir los enormes faros de luz para distraer a los enemigos. Una vez que estos se dirigían hacia los faros dañados para averiguar qué estaba sucediendo, Desza y Jørgen aprovechaban para alejarse aún más.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Krauser. 

—Parece que alguien o algo cortó estos postes —dijo David. 

Krauser pasó sus dedos por la zona del corte, luego miró a sus compañeros. 

—Registren toda esta zona, están cerca.

Desza se reía de la situación. A pesar de que casi los atrapan por tal conducta, su machete podía cortar cualquier cosa, incluido el acero. En estos últimos meses, Desza estaba más histérico que nunca. Jamás en la vida su machete había sido detenido por algo, y desde el último enfrentamiento con Candado, pudo ver que su machete se había trabado en el hueso de su rival. Desde entonces, lo afila más seguido y lo utiliza para cortar lo más duro que pueda encontrar. Así, él demostraría ser capaz de degollar a Candado.

Pasearon por todas las calles de la oscura Resistencia y no pudieron encontrar a Dockly y a Joel. Pero cuando todo parecía perdido, pudieron escuchar ruidos de una lucha cercana.

—Señor…

—Sí, lo sé —interrumpió.

Desza sacó su machete e hizo una seña a Jørgen para que lo siguiera. Justo al doblar la esquina, pudieron ver a Joel y a Dockly peleando con cinco sujetos (Maldonado, Cabaña, Frederick Fliipoff, Rozkiewicz y Addel) que parecían estar acorralados. Joel lanzaba sus agujas contra Frederick y Cabaña, pero ellos eran muy astutos y rápidos. —Ratas, perdedores —dijo Frederick mientras se desvanecía delante de sus ojos. —Cabaña, atácalos de frente y yo por su defensa. —A la orden. Cabaña corrió hacia él a una velocidad increíble y saltó hacia Joel. Este se dio cuenta y le lanzó agujas, pero Cabaña, hábilmente, corrió en el aire y tomó sus hilos. —Neutralizado. Addel y Frederick aparecieron detrás de él y lo atacaron, pero antes de llegar a Joel, Dockly cubrió su espalda y los disparó con su rifle Winchester de oro, provocando que estos lo esquivaran.

 —Gracias, viejo.

—De nada —dijo Dockly mientras recargaba.

—Hora de jugar. Maldonado logró desarmarlo con una patada.

—¡Alto! Quedan arrestados por ser fieles a una organización prohibida de los Circuitos.

—Me chupa un huevo.

Luego, Dockly sacó una pistola de su cinto y le disparó, pero afortunadamente, Maldonado salió ileso. En ese momento, Jørgen y Desza saltaron a la escena para ayudar a sus compañeros.

—¡TÚ! —gritó Rozkiewicz.

—Soy Desza, el profanador, y me inclino ante su valentía al enfrentarse a mí y a mis subordinados.

En ese instante, Rozkiewicz, lleno de ira y amargura al volver a ver aquel rostro que estuvo presente en la masacre de sus hermanos, cerró sus manos con fuerza y se dio un golpe en la insignia de Semáforo que tenía en el hombro, y pegó un grito.

—¡ATENCIÓN A TODAS LAS UNIDADES! ¡DESZA ESTÁ AQUÍ! ¡DESZA ESTÁ AQUÍ! ¡VENGAN RÁPIDO!

El mensaje llegó a todos los que estaban patrullando la zona, niños, adolescentes y adultos. Incluso Krauser lo escuchó.

—Desza, malnacido, me aseguraré de que no vuelvas a preocuparte del mañana, porque para ti no habrá un mañana.

Dichas estas palabras, Krauser corrió hasta donde estaban peleando sus camaradas. Mientras que Desza y su equipo presentían que estarían acorralados si no hacían algo y pronto.

—¿Qué hacemos, jefe? —preguntó Dockly. 

—¿Qué? ¿Qué hacemos? Fácil, voy a jugar un rato con ellos. Estar sin hacer nada estos últimos tres meses fue un infierno. Ustedes corran y vayan a reunirse con Pullbarey. 

—No, señor, pelearemos juntos —dijo Jørgen. 

—Bien, hagan lo que quieran.

Una vez que el equipo decidió pelear al lado de su jefe, esperaron.

Frederick fue el primero en atacar; su fuerza era increíble, sin embargo, no podía contra los dedos rápidos de Dockly. 

Trepado en las paredes con un equipo especial, los atacaba con sus armas, disparándolos y recargando como un profesional. 

—Yo me encargo del mono, ustedes de ellos —dijo Frederick. 

Todos asintieron y fueron con los tres que estaban a sus pies. Cabaña arremetió contra Joel, pero no le iba a engañar dos veces. Se acercó a él y se dieron puñetazos limpios. La defensa de Joel era magnífica; detenía y devolvía golpes, mientras que Cabaña usaba su ingenio y su velocidad para cansarlo. Sin embargo, la velocidad bastó con lastimarlo severamente, dejándolo casi fuera de combate, pero aun así, seguía peleando.

Addel fue a atacar a Jørgen, quien pacientemente esperaba a que él viniera solo hacia él. Pero como Addel aparecía y desaparecía del lugar, hacía imposible atacar a alguien como él. Jørgen utilizaba su velocidad para atacarlo, lo encerraba dentro de su torbellino veloz y lo atacaba.

Rozkiewicz y Maldonado querían la cabeza de Desza, así que decidieron cooperar para poder derrotarlo. Rozkiewicz tuvo que reservarse el uso de su metamorfosis, ya que la zona no era la adecuada, así que tuvo que utilizar sus poderes normales como la energía cuántica (cosas como portales y eso). Traspasaba una pared y aparecía del otro lado. Maldonado lo atacaba con sus habilidades de artes marciales, defensa y ataque. Pero de nada servía, Desza era un experto. Mientras movía ese peligroso machete, Rozkiewicz peleaba desde lejos y se limitaba para atacarlo de cerca, mientras que Maldonado daba patadas y puñetazos. Desza lo detenía con su machete y con sus brazos.

Frederick, utilizando su velocidad, atacaba a Dockly mientras este disparaba con una Eagle grande que salía de su manga. Disparaba y disparaba, pero Frederick zigzagueaba las balas de la pistola. Cuando estuvo cerca, sacó una espada y se dispuso a cortarle el torso. Dockly se inclinó y rodó rápidamente hacia adelante, luego se puso de pie y sacó nuevamente su Winchester y empezó a dispararle, nuevamente. Pero Frederick se tiró del edificio y chifló, y de la oscuridad, llegaron perros callejeros que saltaron y lo ayudaron a ponerse de pie. En ese momento, Dockly corrió hacia él y vio algunas luces dirigiéndose hacia ellos.

—No puede ser, ya están aquí.

Luego, volteó y vio a sus camaradas aún peleando. Mientras Rozkiewicz luchaba con su oponente, pudo sentir la energía de sus refuerzos cerca y, mostrando una sonrisa, dio golpes a Desza. Si bien no le afectaban, provocó que se alejara lo suficiente. Luego, cuando ya estaba lejos de él, sacó una bengala de su ropa y disparó al cielo. Dockly no llegó a dispararle para evitar que hiciera eso. Una vez que la luz iluminó el cielo nocturno, Krauser y los demás se apresuraron en llegar, sobretodo él, quien usando sus tentáculos llegó más rápido debido a los edificios y casas que había ahí. Cuando pudo visualizar a la persona que le había hecho daño, fue con todas sus fuerzas y se lanzó a él con una ira indescriptible. Si bien no tenía rostro, la furia marcaba los huesos de su cara, las cuencas de sus ojos y nariz, que eran casi visibles.

Aterrizó en medio del campo, interrumpiendo la pelea entre Maldonado y Rozkiewicz contra Desza. Luego, se puso de pie y miró a aquel rubio y bien peinado. 

—Vas a pagar con tu vida las muertes que causaste, asquerosa y repugnante cucaracha humana.

Desza se rió del insulto que recibió de Krauser. 

—Vaya, Reinhold Krauser, veo que estás muy formal para esta noche. ¿Acaso tienes una cita hoy?

—Sí, tengo una cita con tu funeral.

En ese instante, sacó de su espalda un maletín, lo abrió y sacó un violín. Desza quedó totalmente sorprendido. Fue a toda velocidad hacia él, pero no pudo. Krauser empezó a tocar su violín, paralizándolo a él y a todos los que estaban alrededor, incluyendo a sus amigos. —Sentid la ira de los caídos, malditos bastardos. 

—Creo que subestimé demasiado a estas estúpidas criaturas —dijo Desza mientras trataba de salir de aquella parálisis.

Krauser sacó de sus bolsillos orejeras gracias a sus tentáculos y se las colocó a cada uno de sus amigos. Una vez que las tenían puestas, pudieron moverse. Y, con un micrófono prominente, dijo:

—Escuchen, quiero que los noqueen, así podremos llevárnoslos.

Todos aceptaron y decidieron ir tras él, y cuando estaban lo suficientemente cerca, Desza mostró una sonrisa y metió su mano, con dificultad, en su bolsillo. Luego, los miró a todos y dijo. 

—Fue muy divertido, pero tengo que irme.

Luego, sacó un frasco con un líquido rosado y se lo bebió. 

Después, por razones extrañas, pudo moverse diez veces más rápido que antes. Fue hasta Krauser e incrustó su machete en su pecho, escupiendo sangre sobre el rostro de Desza mientras este mantenía una sonrisa. Luego, lo empujó hacia sus compañeros y dio una orden con su puño levantado de que lo siguieran, mientras corría y se alejaba del lugar, con sus lacayos siguiéndolos, exceptuando a Jørgen, quien aún estaba peleando con Addel.

Krauser quedó tirado en el suelo escupiendo sangre, mientras que los demás trataban de parar el sangrado. Krauser se puso de pie, empujando a Rozkiewicz y a Frederick. 

—Salgan de mi camino, Desza está escapando.

Luego, se quitó la gabardina, el sombrero y se lo tiró a Cabaña. 

—No te escaparás tan fácilmente.

La herida de Krauser se cerró mientras mostraba un humo rojo; no solo eso, sus ropas también se arreglaron por sí solas.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Cabaña sorprendido.

Krauser respondió mostrando sus tentáculos de su espalda, y sin mirarlo dijo. 

—Iré a hacer justicia.

Dichas esas palabras, Krauser comenzó a ir tras él, elevándose en el cielo por sus tentáculos y corriendo, dejando unos agujeros en el suelo. 

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Maldonado.

—Yo también tengo cuentas pendientes con Desza, y no pienso perder ante él. 

—¿Yo qué hago? —preguntó Cabaña.

—Llama a los refuerzos y diles que busquen por toda la ciudad. Si están aquí, significa que su refugio está cerca. 

—A la orden.

Luego, Cabaña se fue a toda velocidad con su poder, para avisar a los demás de recorrer y buscar su refugio, dejando a Rozkiewicz y a Maldonado solos. 

—¿Qué haces aquí, Borrador? Maldonado se arremangó las mangas y dijo. 

—Desza se unió a los Circuitos un tiempo, pero luego nos abandonó y reedificó algo que está prohibido. Los asuntos que tenga con ustedes es su problema. Desza tiene que pagar por violar una de nuestras leyes. 

—¿Qué hay del humoso? 

—Él estará bien, sabe cuidarse solo. Yo, por otro lado, tengo que atraparlo. 

Luego de decir eso, Maldonado se echó a correr siguiendo las pisadas de Krauser. 

—Entonces será una carrera —dijo mientras corría tras de él.

Cuando todos se fueron, en el techo de un edificio, estaban Jørgen y Addel peleando. A pesar de que este último tenía todo a su favor para ganar, su enemigo se la estaba poniendo difícil. No podía agarrarlo; los poderes de Metal de Jørgen anulaban de alguna forma su agarre hacia él. Pero no solo eso, Jørgen era la primera persona que lo podía golpear. Era la primera vez que tenía a un oponente que le ponía las cosas difíciles en cada momento. —Eres bueno, para ser un Testigo.

Jørgen, con una expresión seria y fría, contestó.

—Eres la persona con la cual Jane peleó. Me dijo que esos polvos te matarían, veo que se equivocó. 

—Oh, veo que tienes conexión con ellos. 

—Son mi familia —luego se lanzó hacia él y le dio puñetazos en la cara, mientras que este se cubría con sus brazos.

Cuando se le ponía difícil, bajaba en el pecho y finalizaba con una patada en la cintura, empujándolo a la derecha. Luego, transformó su mano izquierda en una espada y corrió hacia él. Addel se puso de pie, lo tomó del cuello y lo estampilló contra el suelo, agrietándolo. Jørgen arremetió con una patada en el pecho a Addel, empujándolo. Después, pegó un salto y le dio treinta puñetazos en tan solo dos segundos en el pecho. Luego tomó el pie de Addel y lo hizo girar sobre su eje, lanzándolo hacia el suelo. Sin embargo, su cuerpo se evaporó ni bien tocó el suelo. Jørgen aterrizó en el suelo y continuó con el combate. A lo lejos, podía notar que se alejaba un grupo de personas con linternas. Jørgen cortó un poste de luz con su mano izquierda convertida en una espada, lo tomó y golpeó a Addel, pero no logró hacerle daño. Luego, saltó y cortó los cables de alta tensión que había sobre su cabeza, dejando sin luz toda la cuadra. Aprovechando la oscuridad, Jørgen dio todo lo que tenía contra Addel, pero este todavía podía luchar. No solo eso, podía ver en la oscuridad. 

—¿Es todo lo que tienes? —preguntó Addel mientras detenía sus golpes.

—No, todavía no. En ese segundo, los ojos de Jørgen brillaron de un color azul, y no solo eso, pequeñas fragmentaciones de raíz de sus brazos comenzaron a brillar. 

En ese momento, Jørgen empezó a dar todo lo que tenía. Con su rostro inexpresivo, comenzó a dar un torbellino de golpes. Addel, aprovechando la situación, se convirtió en un grumo y voló por los aires, solo para convertirse en una especie de nube que terminó encerrándolo y atrapándolo. Jørgen taladró el suelo y salió del otro extremo. Luego volteó y le dio una patada en la cara, haciéndolo caer al suelo. 

—Me gustaría terminar este encuentro, pero tengo que ayudar a mi señor. 

Luego, Jørgen comenzó a correr por los aires, dejando a Addel estampillado en el suelo, acostado y viendo su sombrero sucio al lado de él. 

—Vaya, que fuerte, Jørgen Czacki —sonrió—. Qué personaje más duro. 

Luego comenzó a reírse mientras se ponía de pie, tomó su sombrero, lo sacudió, se lo colocó en su cabeza humosa de color blanco y dijo. 

—Es fuerte, pero no me rendiré. Luego pegó un salto y empezó a seguirlo.

 Por otra parte, Desza y los demás estaban corriendo y escapando de Krauser, quien les estaba pisando los talones. 

—Dejamos a Jørgen atrás —dijo Joel. 

—Descuida, Czacki sabe cuidarse solo —dijo Dockly mientras cargaba su rifle. 

—Tiene razón, estará bien —dijo Desza. 

Luego, las luces empezaron a cortarse, el camino se había invadido por la oscuridad total. Las calles estaban vacías; no había ningún alma en ese lugar, más que ellos y sus perseguidores.

—¡DESZAAAAAA! Gritó Krauser. 

—Oh no, ese maldito no murió. 

—Nada lo mata, mi querido Joel —dijo Desza con una sonrisa. 

—¿Qué hacemos? —preguntó Dockly mientras disparaba a sus espaldas.

—Hay que perderlos de alguna forma y reunirse con Pullbarey. 

Las pisadas de Krauser se seguían sintiendo cada vez más cerca, hasta el punto de poder ver su figura maléfica en la oscuridad. Dockly cargó de nuevo su wínchester y comenzó a dispararle, pero las balas no le hacían daño.

—¡DESZA! ¡ES HORA DE QUE MUERAS!

 Este, soltando carcajadas, le contestó.

—¡LO SIENTO, PERO PLANEO VIVIR MUCHO TIEMPO! 

Después de eso, se detuvo, volteó y corrió hacia donde venía Krauser, dejando confundidos a Dockly y a Joel. Desza, con su risa psicópata y su machete ensangrentado (producto de la herida que le había hecho a Krauser), y peligrosamente afilado, corrió hacia los tentáculos de Krauser, mientras este desfiguraba su rostro blanco y lo convertía en una horrenda boca inhumanamente grande, cubría la cobertura de toda su cara, mostrando unos afilados dientes con una lengua larga y negra, unos agujeros en la parte de los ojos, dejando al descubierto sus cuencas oscuras, desprendiéndose de la piel, como cuando se estira un tejido hasta romperlo, y con un grito desgarrador. Dockly y Joel estaban aterrados de ver a semejante monstruo, pero Desza no mostró miedo ni titubeo cuando fue hacia esa abominable criatura. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a cortar los tentáculos de Krauser, y este, notando su plan, bajó y mostrando su rostro monstruoso comenzó el segundo combate entre estos dos, la ira de Krauser contra la mente psicópata de Desza. Luchando hasta que alguien de los dos pierda la vida.

—¿Qué sucede, Krauser? ¿Haciendo berrinches?

—¡TE ARRANCARÉ LA PIEL Y ME COMERÉ TODOS TUS ÓRGANOS!—gritó Krauser con una voz terriblemente deformada y monstruosa.

Desza sonrió y comenzó a balancearse hacia él con su machete. Krauser se limitaba a esquivarlo; aun le dolía la herida que le había hecho, sin embargo, eso no lo detenía a seguir peleando, mientras que Desza cortaba los tentáculos que se le acercaban, Krauser estaba demasiado furioso como para sentir dolor por las pérdidas de sus extremidades. Hasta que en un punto, Desza subió sobre un auto estacionado que había allí y saltó hacia él. Pero esta vez, cortó su cabeza lado a lado, como si fuera una flor que se abre. Esto no acabó con su vida, seguía vivo, y mientras golpeaba a Desza, se regeneraba por sí solo hasta tener ambas partes de su cabeza unidas nuevamente.

—¿Crees que algo como eso va a matarme? 

—No, pero quiero ver hasta dónde puedes regenerarte.

Krauser envolvió a Desza con uno de sus tentáculos en su cintura y lo estampilló contra un muro. Sus amigos, horrorizados al ver a su poderoso jefe derrotado, corrieron a ayudarlo. Dockly recargó su arma y le disparó en la cabeza, mientras que Joel saltaba tirando sus agujas contra él.

—¡ESTÚPIDOS! –gritó Krauser. 

Pero antes de poder hacer algo contra ellos, Desza salió disparado de los escombros, ensangrentado y con una sonrisa, saltó hacia él. 

—¡ÉL ES MÍO!—gritó Desza. 

Luego comenzó a hacerle terribles cortes en su cuerpo, hasta que terminó cortando una de sus piernas. 

—¡JOEL, DOCKLY! ¡AHORA! 

Cuando ambos escucharon la orden de su líder, corrieron con todas sus fuerzas. Luego volaron por los aires, para después atacarlo por separado. Dockly disparó en su cabeza con su rifle, mientras que Joel lo ataba con sus hilos a los postes de luz que había en el lugar. Pero aun así, Krauser, sin cabeza y atado, seguía luchando. Dio una patada en el pecho a Dockly, haciendo que este chocara con un auto y sonara la alarma.

Luego, de las sombras, salieron Rozkiewicz y Maldonado.

—La ayuda ha llegado—dijo Maldonado. 

Dockly los apuntó con su rifle y empezó a dispararles. Desza tomó la mano de Joel y lo lanzó al techo, y una vez ahí, tiró sus hilos a sus compañeros. Estos lo tomaron y empezaron a escalar los muros. 

—Se están escapando. 

—Olvídate de ellos, Maldonado, hay que ayudar a Krauser. 

Maldonado vaciló y miró a ambos lados, pero decidió ayudar a Krauser. Cortó los hilos a los que él estaba amarrado y cayó en los brazos de Rozkiewicz.

—Maniquí, eso fue estúpido, pelear si nuestra ayuda. 

—Déjenme, se está escapando, vayan tras él —decía Krauser mientras su rostro se recuperaba. Se podía ver por donde hablaba, parecía como si tuviera dos bocas, una para hablar y otra para intimidar. 

—Mierda, esto duele y mucho —dijo Krauser mientras volvía su voz y su rostro a la normalidad. 

—Dios santo, seguro ya están lejos —dijo mientras ponía el brazo de Krauser detrás de su cuello.

—¿Qué haces?

—Somos enemigos, pero no soy de esas personas que abandonarían al enemigo en su miseria, la noche es joven, todavía colaboramos.

—Imbéciles —dijo Krauser antes de perder el conocimiento. 

—Ya, ya, maniquí —dijo mientras le daba palmadas en la espalda— hay que llevarlo de nuevo a la agencia, menos mal que Joaquín no está aquí, de seguro me arrancaría los pulmones.

—¿Dónde estará Jørgen?

—Relájate Dockly, estará bien, seguro que en estos momentos está viniendo detrás o, a lo mejor, ya se reunió con Pullbarey. 

—¿A caso sabe dónde es?—preguntó Joel. 

—Oh, se me olvidó, mejor descarta esa última parte. 

—Espero que no le haya ocurrido nada—dijo Joel preocupadamente. 

En ese momento, una figura extraña que estaba corriendo por los aires, siendo Joel el único que pudo verlo ya que estaba mirando el cielo, Dockly y Desza no se habían percatado todavía. 

—¡AHÍ! ¡MIREN! 

Ambos levantaron la cabeza mientras corrían.

—La entrada triunfal de Jørgen Czacki—dijo Desza con una sonrisa de orgullo. 

—¡SEÑOR!—gritó Jørgen cuando pudo ver a sus compañeros.

Y una vez que los pudo distinguir bajó de los aires para correr al lado de sus camaradas.

—¿Dónde te metiste?—preguntó Joel. 

—¿Preocupados?—preguntó en un tono serio. 

—Anda ¿Quién se va preocupar por vos? Dockly hizo una mueca y se rió de lo que dijo Joel. 

—¿Qué? ¿Tenes que decir algo acaso? 

—Ya apaguen sus motores, todavía tenemos que llegar al lugar del encuentro así que guarden sus disputas para después. 

—Señor, ¿Cuál es el motivo de ir a ese lugar? 

—Es sencillo, quiero tener un poco más de información, la última vez que lo vi fue cuando le entregamos los documentos de Harambee. 

—Me gustaría saber qué se proponen. 

—Todo será revelado a su debido tiempo Jørgen, así que ten paciencia. 

—Eso espero señor, eso espero.

Aunque todo seguía siendo dudoso para Jørgen, él seguía siendo fiel a su amigo, de hecho él era único a quien consideraba un amigo, pero siempre tenía sus dudas de cómo seguir el camino que había elegido, ya tenía las manos manchadas de sangre, no había vuelta atrás. Era consciente de que Desza no era una buena persona, de hecho, su sanidad mental estaba por los suelos, sin embargo, nunca lo abandonó. 

Pasaron las horas de la noche y cada vez que intentaban alejarse de sus captores, chocaban con otra línea de Semáforos, a cada paso y a cada segundo, los números de sus enemigos crecían y también crecía el nivel de alerta en las calles. Casi no había un lugar donde correr o donde esconderse. Las actividades de los Semáforos estaban esparcidas por todos lados, pero con su agilidad y su impetuoso silencio, hacía que cada vez se les hiciera mucho más fácil eludirlos, aunque tuvieron más de una vez dificultades con uno de ellos, ya que algunos eran demasiado observadores para burlarlos. Pero las cosas finalizaron cuando llegaron a las afueras de Resistencia. En lo más profundo del bosque, encontraron una mansión. Desza, armado con su machete, empezó a cortar y cortar hasta encontrar la entrada de la casa. Jørgen tocó la puerta, y esta inmediatamente se abrió, pero no había nadie en su interior, o eso pensaban ellos, ya que se escuchó una voz idéntica a la de Desza, sólo que esta era más grave y agria. 

—Adelante por favor, no sean tímidos —dijo la misteriosa voz. 

Jørgen y Dockly sospecharon con respecto a entrar a esa casa, pero Desza y Joel decidieron entrar como si fuera su propia casa. 

—Vamos, no se queden afuera solo por esa paranoia suya, entren.

Jørgen y Dockly se miraron entre sí; este último se encogió de hombros y entró, mientras que Jørgen lo seguía sin dejar de mirar atrás de él. Sin embargo, cuando todo su cuerpo entró en la casa, la puerta se cerró con un estruendo fuerte. 

—No me agrada este lugar —dijo Jørgen mientras miraba la puerta.

—Deja de quejarte —dijo Desza de forma burlona.

Jørgen se alejó de la puerta y decidió seguir a los demás. Al principio, no sabían exactamente a dónde ir. El lugar era tan grande que resultaba difícil localizarlos. Optaron por guiarse por la única luz que provenía de una sala, adentrándose en ella.

Al entrar, descubrieron una habitación enorme con una gran ventana, miles y miles de libros alrededor, suelo de alfombra negra y un techo de madera. Sin embargo, la atención de ellos se centró en un muchacho con máscara de metal, sentado en un elegante sillón, leyendo un libro. Estaba acompañado por un anciano bien vestido, con traje y corbata, un mostacho prolijamente cortado que cubría sus labios, una cicatriz en la frente y un peinado elegante.

—Buenas noches, caballeros —dijo Pullbarey sin mirarlos.

Desza caminó hacia él, se arrodilló, cerró sus ojos y mostrando una sonrisa dijo:

—Saludos, señor.

—¿Por qué están en mi casa a estas horas? 

—Verá, señor, quisiera saber algo. No podía mandarle una carta o un correo electrónico; quería escucharlo de sus propios labios —luego abrió su ojo izquierdo— si es que tiene uno. 

Pullbarey apartó la vista del libro y lo miró fijamente. 

—Oh, eres un ser humano muy interesante.

—Y usted un anfitrión muy interesante —dijo Desza mientras se ponía de pie. 

—¿Qué quieres saber? —preguntó Pullbarey mientras cerraba su libro. 

—Anteriormente me dijo que usted había hechizado a Candado, ¿correcto? 

—Correcto, así fue.

—¿Cuál es su odio, concretamente, hacia Candado? 

Pullbarey llevó su dedo índice hacia la boca de la máscara. 

—Interesante, nunca pensé que me harías esta pregunta. Sin embargo, quiero que me digas tu primero. 

—Mi odio hacia él es consecuencia de haberme arrebatado algo muy importante para mi, mis poderes.

—Genial, la verdad, no sabía que Candado tenía esa capacidad, pero como prometí, te lo voy a contar.

Pullbarey hizo una seña a Greg con la mano; este, entendiendo lo que quería decir, se dirigió hasta la ventana y cerró las cortinas, luego volvió a su lado. 

—Verá, yo no soy de este planeta. 

—¿Bromea verdad? —preguntó Dockly. 

—Silencio, mocoso.

Pullbarey miró a Greg y dijo.

—Tranquilo, es normal que seres como ustedes piensen algo así —luego miró a Desza—. ¿Nunca se preguntaron? ¿Por qué tienen poderes? ¿O por qué son capaces de hacer todo lo que hacen?

—La verdad, todo el mundo dice que fue a causa de ese meteorito —dijo Jørgen.

—¿Pero quién lo trajo? Todos quedaron callados al escuchar la pregunta, no había forma de responder a algo así. 

—Exacto, todos los seres vivientes de este mundo se quedaron con la idea de que esta piedra les dio todos los poderes que ustedes tienen ahora. 

—¿Por qué vino a la Tierra? ¿Por qué nosotros? —preguntó Dockly.

—¿Ustedes? —Pullbarey se rió de la pregunta, como si fuera una tonta, y luego continuó—. No, fue un accidente, de hecho, ese acontecimiento nunca debió pasar. Verán humanos, yo maté al líder de mi planeta y planeaba acabar con una resistencia que se llama Roobóleo, pero la suerte no estuvo de mi lado, y cuando se enteraron de lo que se avecinaba, tomaron los poderes del dios Keplant y los guardaron en una nave, la cual lanzaron al exterior, para mantenerlos lejos de mí.

—¿Por qué? —preguntó Joel.

—Quería acabar con la maldita guerra de mi planeta, sin mencionar que quería vengarme de los Baris por lo que hicieron, pero fui traicionado por las personas que yo más quería. Así que me encargué de liquidarlos uno por uno. En este momento, mientras yo estoy hablando, está habiendo una guerra feroz en mi planeta, estoy en mi palacio durmiendo, pero mi mente está aquí, de modo que si muero, mi mente estará a salvo y podrá volver a mi cuerpo original.

—¿Por qué llegó a este planeta? —preguntó Jørgen. 

—Llegué aquí para buscar lo que me pertenece, pero cuando yo había llegado, era tarde; la máquina se destruyó y los poderes del dios Keplant cayeron en las manos de ustedes. Sin embargo, solo uno de los millones de humanos que habitan en esta pequeña roca tiene los poderes del dios Keplant. Y ese es Candado. Vine aquí para reclamar lo que me pertenece. 

—¿Para qué lo quiere? —preguntó Desza.

—Para acabar con mis enemigos de mi planeta y ser el verdadero amo de mi hogar; solo yo puedo ayudar a mi pueblo. 

Desza se puso de pie y aplaudió.

—Bravo, esa clase de compromiso me encanta, y prometo ayudarle a acabar con ese maldito obstáculo.

—Eres muy raro humano.

—Dime, hace tiempo hablaste de un Bari, ¿qué es eso? —preguntó Jørgen.

—Son como yo, solo que son más difíciles de atacar y de precisar.

—¿Cuántos son? —preguntó Joel.

—Je, la verdad, en mi planeta son mis más grandes enemigos, pero aquí, solo son 43.

—Vaya, pensé que serían más —dijo Desza desilusionado.

—Recuerden que ellos solo son espías, nada más. Vigilan la vida de los humanos y la comparan con nuestra vida, aunque estoy seguro de que muchos son aliados de los humanos. 

—¿Candado tiene uno? —preguntó Desza. 

—Claro, su nombre es Tínbari. Él y yo somos grandes enemigos. Me gustaría acabar con su vida por atreverse a interrumpirme, estaba tan cerca en ese momento—miró sus manos un momento, luego los miró a todos—. En fin, eso es todo, gracias por visitarme. 

 —Ha sido un honor —luego miró a sus compañeros y continuó—. Bien, camaradas, es hora de irnos a casa.

 Cuando Desza y todos se disponían a irse de la habitación, Jørgen se detuvo a medio camino. Luego volteó y miró a Pullbarey. 

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Desza. 

Jørgen no le escuchó y mantuvo su mirada en Pullbarey. 

—Tengo una última pregunta. 

—Adelante, dime. 

—¿Cómo se llama tu planeta? 

—Es raro que me preguntes eso, ¿por qué lo quieres saber? 

—Curiosidad —dijo fríamente Jørgen. 

Pullbarey dejó escapar una risa y dijo. 

—Cotorium.