Tras observar rápidamente su entorno, Yuan se encontró en medio de la naturaleza llena de árboles altos y de formas extrañas, como ninguno que hubiera visto antes. El cielo era de un color naranja ominoso con un toque de rojo, y ni una sola nube ensombrecía su extensión.
Un olor único e inconfundible a sangre llenaba el aire, que le recordaba al campo de batalla durante su tiempo como el Dios Malvado. Sin embargo, no era olor a sangre humana sino a la de bestias.
Gruñidos bestiales resonaban desde todas direcciones. De hecho, Yuan podía sentir decenas de miles de bestias mágicas en la zona. Su fuerza variaba enormemente, desde el nivel de Aprendiz de Espíritu hasta el Reino Divino.
—Hermano Yuan... ¿dónde estamos? —preguntó Xiao Hua saliendo de su Dantian con la cara llena de curiosidad y preocupación.
—No tengo ni idea... —Yuan sacudió la cabeza.
