—Insúltame todo lo que quieras. No cambiará el hecho de que intentaste ir tras Yuan y fracasaste miserablemente —dijo Bai Lianhua con calma a la gente en la habitación.
—¡Perdimos porque te negaste a ayudarnos! —gritó la Reina Ardiente, intentando salvar algo de dignidad.
—…
Sin embargo, nadie en la habitación respaldó tal declaración, ya que eran conscientes de que incluso si Bai Lianhua los hubiera ayudado, no habría hecho una diferencia, ya que Yuan era simplemente así de poderoso.
En sus mentes, se estaban reprochando por haber accedido a ayudar a Xiong Lu. Debido a su falta de juicio y celos, cometieron un error devastador que arruinó su imagen y cualquier potencial relación con la incierta potencia conocida como Yuan.
Bai Lianhua, por otro lado, ahora podía monopolizar cualquier beneficio que otros podrían haber obtenido si no hubieran atacado a Yuan y si se uniera a fuerzas con Yuan, las cosas se complicarían aún más para ellos.
