—Tú... tú... tú... —El discurso de Xiao Hua se interrumpió mientras sus pensamientos se apresuraban a formular sus próximas palabras.
—¡Ah! —De repente, Xiao Hua soltó un agudo grito de dolor.
—¿Xiao Hua? ¿Estás bien?! —Yuan exclamó con profunda preocupación en su voz.
Xiao Hua soltó su espada, que se disipó en el aire al contacto con el suelo, y comenzó a tambalearse, agarrándose la cabeza con evidente angustia.
—No... Espera... ¡No ahora! ¡Aún tengo algo que debo hacer! —Xiao Hua exclamó, sus palabras parecían como si estuviera en una conversación consigo misma.
Ella miró a Yuan y extendió una de sus manos hacia él, casi como si lo anhelara.
—Tú... ¿Quién eres...? ¿Por qué te pareces a— Ah! —Con un grito final, Xiao Hua perdió la conciencia y colapsó en el suelo, y su apariencia comenzó a volver a la normalidad.
—¡Xiao Hua! —Yuan rápidamente fue a levantarla, pero no hubo respuesta de ella.