Después de volar por varios días más, Yuan se detuvo cuando otra estatua apareció a lo lejos. Esta vez, era de un enorme fénix con alas colosales que cubrían casi todo el cielo.
—Qué espectáculo... —Yuan tomó un respiro profundo después de que una sensación de asombro lo invadiera.
De repente, una figura se materializó justo delante de él de la nada.
Era Feng Yuxiang, y ella estaba mirando al fénix con una mirada atónita en su cara.
—¿Feng Feng? ¿Te sientes bien? —le preguntó.
—Sí… Es solo que cuando miro esta estatua, mi sangre de repente empieza a hervir por alguna razón, casi como si estuviera reaccionando a ella.
—¿Quizás reconozcas a este fénix? —Yuan hizo un supuesto.
—Es posible, pero no recuerdo haber visto a este fénix antes —respondió ella, suspirando.
Yuan entrecerró los ojos en el fénix y preguntó, —¿Puedes decirlo? ¿Aunque solo sea una estatua?
Él tendría problemas para distinguir entre dos fénix a menos que uno tuviera una característica única.
