—X-Xiao Yang, ¿Estás bien? —Tian Yanyu le preguntó cuando notó que tenía lágrimas en las esquinas de sus ojos.
Sin embargo, casi como si no pudiera escucharla, Yuan permaneció en silencio mientras miraba el cementerio.
Quizás había reconocido estas espadas. Aunque él mismo podría no recordarlas, su alma recuerda el tiempo que pasaron juntos.
En su aturdimiento, Yuan comenzó a acercarse al Cementerio de Espadas, y hasta parecía que quería alcanzar una de las espadas allí.
Cuando Tian Suyin vio esto, inmediatamente entró en acción y lo agarró del cuello antes de tirar de él hacia atrás.
—¿¡Vaya?!
Esto sacó a Yuan de su aturdimiento.
—¡¿Estás loco?! —Tian Suyin le gritó después—. ¡No puedes tocar estas espadas! Quien lo haga enfrentará un severo castigo.
—¿Eh? ¿De verdad? —Yuan expresó genuina sorpresa, ya que no sabía esto.