—¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo!
Los gritos de la multitud eran tan fuertes que sacudían la plataforma en la que Yuan estaba parado, y él tragó nerviosamente.
—Qué revoltosos... ¿No crees, humano? —Una fría voz resonó de repente.
Yuan se volvió a mirar al demonio que acababa de hablar.
«¿Pueden hablar? El último permaneció en silencio durante toda la pelea...» Yuan pensó para sí mismo.
—¿Eres mudo o qué? —El demonio levantó las cejas cuando Yuan no respondió.
—Si quisiera tener una conversación con un demonio, no estaría aquí.
—Buen punto. —El demonio sonrió ante las palabras de Yuan.
Yuan sintió de repente un escalofrío recorriendo su columna vertebral, e instintivamente levantó el Señor Supremo Empíreo sobre su cabeza.
Al siguiente segundo, Yuan pudo sentir algo pesado golpeando su espada. Fue tan repentino que Yuan cayó de rodillas.
—¿Q-Qué diablos está pasando? —Yuan estaba desconcertado por la situación.
