—Buenas noches, Meixiu —le dijo Yuan mientras se acomodaba debajo de las mantas.
—Buenas noches —respondió Meixiu con una voz algo nerviosa—, haciendo todo lo posible por no pensar demasiado en su situación.
«Nada va a suceder… Yuan… Él no es una persona que haría tal cosa a menos que yo la iniciara…» Finalmente se convenció a sí misma de que nada iba a suceder y lentamente se quedó dormida.
Se despertaron a la mañana siguiente sin ningún incidente y volvieron al Restaurant Plata a desayunar.
—Buenos días, muchachos. ¿Qué les pareció la comida de ayer? ¿Estuvo a su gusto? —Chef San les preguntó en el momento en que entraron al restaurante.
—Sí, estuvo increíble y gracias por darnos tanta comida —le dijo Yuan.
Chef San rió a carcajadas y dijo:
—Si no hubiera cocinado tanto, te habrías muerto de hambre toda la noche, joven.
—¿Eh? —Yuan se sorprendió al oír esto y se preguntó por qué diría tal cosa.
