—¿Cómo está mi hijo, doctor? —preguntó Tian Aowei después de que contrataran a un médico para que examinara a Tian Chenyu.
—Aunque físicamente no tiene ninguna anomalía, me temo que su mente está… perdida…
—¡¿A qué diantre se refiere?! ¿Qué va a pasar con mi hijo?! —Su madre empezó a llorar de nuevo.
—Debe haber experimentado algo extremadamente traumático hace muy poco. Ese evento ha llevado su mente al límite, sumiéndolo en un coma. No sé cuándo despertará… si es que llega a despertar… Sólo podemos esperar un milagro del cielo en este momento. —El médico suspiró.
—¿¡Cómo puede ser?! —Su madre comenzó a llorar aún más fuerte.
A pesar de que Tian Chenyu estaba en coma, su mente estaba realmente consciente, así que pudo escuchar las palabras del médico y el llanto de su madre.
«¿Cuál es el sentido de despertar si Ai Rong no va a estar ahí cuando despierte…» —Tian Chenyu suspiró internamente mientras se sumergía más profundo en su consciencia.