—¿Qué demonios está pasando? ¿Cómo lo hace? —murmuró Qi Man con voz incrédula mientras veía a Yuan lanzar al demonio de un lado a otro como si fuera algún tipo de juguete antiestrés.
—¿Crees que todavía necesita nuestra ayuda? —preguntó Qi Huan en tono sarcástico.
De repente
—¡AAAAAHHHHHHHHHH!
El demonio soltó un rugido ensordecedor que sacudió el mundo.
—¿¡Cómo se atreve un insignificante humano jugar conmigo?! Te haré pagar! ¡TE HARÉ PAGAR! —El cuerpo del demonio comenzó a crecer más y más hasta ser casi el doble de su tamaño original, convirtiéndose en un mini gigante.
Yuan ya había visto este tipo de transformación en el demonio del Jardín de Jade, así que sabía que debía dejar de jugar y encargarse realmente del demonio de una vez por todas antes de cometer un error y de que él y todos mueran.
El demonio lanzó otro rugido potente antes de invocar dos grandes espadas con su propia sangre y empuñarlas.