—Yo... No, no lo conozco. Solo escuché su nombre de alguien más, eso es todo —Gu Xiulan negó conocer algo sobre Yuan después de salir de su ensimasmamiento.
—De todas formas, aquí está tu escama del Dragón de Inundación. Disfrútala. Tengo que atender otro asunto, así que, si me disculpas. Ah, si tienes alguna pregunta, siempre puedes volver aquí para encontrarme.
Después de echar un último vistazo a la escama del Dragón de Inundación, Gu Xiulan la entregó al Anciano Nie.
—Gracias —El Anciano Nie aceptó el tesoro con manos temblorosas, sintiéndose como un niño en su cumpleaños.
Una vez que el Anciano Nie abandonó el lugar, Gu Xiulan se sentó en el sofá y comenzó a reflexionar profundamente.