—Lo siento, Xiao Li. No creo que podamos evitar la muerte esta vez —murmuró Tian Yang con voz derrotada mientras esquivaba el siguiente golpe.
—Está bien... Me había preparado para mi muerte incluso antes de que dejáramos el barco —suspiró Huang Xiao Li.
En lugar de entrar en pánico, simplemente aceptaron su destino con un comportamiento tranquilo.
—Me alegra haberte conocido al final, Tian Yang —continuó ella.
—Yo también. Fue divertido mientras duró.
Al mismo tiempo, Huang Chen también aceptó su destino y se despidió de su esposa e hijo.
—Lo siento... Lamento haberos traído conmigo a pesar de saber que sería un viaje peligroso. Lamento ser tan débil —las lágrimas corrían por la cara de Huang Chen.
—No te preocupes, querido. Al menos, me alegra que podamos estar juntos en nuestros últimos momentos —contestó su esposa.
—¿Dónde está nuestra hija?
Huang Chen miró a su alrededor y suspiró:
—Parece que estábamos demasiado ocupados esquivando los ataques y nos separamos.
