—Puedes comenzar ahora —le dijo Ma Qingyun a Yuan poco después de que la Gran Maestra de las Píldoras Zhao llegara a la escena.
Yuan asintió e inmediatamente invocó su llama de alquimia.
—¿¡Qué?! —La Gran Maestra de las Píldoras Zhao casi se tambalea hacia atrás sorprendida al ver las llamas doradas de Yuan. Sus ojos se abrieron de par en par en incredulidad y shock. Sin embargo, no era solo el tono dorado lo que más la asombraba; era la excepcional pureza de las llamas.
—¡Nunca he visto llamas de alquimia tan puras! ¿Acaso su cuerpo no contiene impurezas? ¡Eso no debería ser posible para alguien de su edad y ese nivel de cultivación!
Una sonrisa apareció en la cara de Ma Qingyun cuando vio la reacción de la Gran Maestra de las Píldoras Zhao a la llama de alquimia de Yuan.
—Sabía que había tomado la decisión correcta al convocarte —se rió para sus adentros.
—¿Eh?
Sin embargo, Ma Qingyun frunció el ceño de repente al ver lo que Yuan estaba haciendo en el caldero.