Una vez que Yuan entró en el portal y desapareció de la sala de espectadores, Long Yijun y todos los ancianos de la secta allí presentes se sentaron en una silla con una expresión de agotamiento en sus rostros.
—Cielos... Qué agotador... —fue lo primero que dijo el Anciano Xin, y continuó un momento después—. Es realmente difícil estar cerca de un genio como Yuan. Hay algo en su aura que me atemoriza.
—¿También tuviste esa sensación? Aunque no puedo decir qué es, hay algo temible oculto dentro de Yuan, y sentí como si siempre hubiera dos pares de ojos observándome en todo momento. —Long Yijun dijo con la espalda empapada en sudor—. Quizás solo me lo estoy imaginando, y es solo su aura natural.
