La reunión entre Bai Zemin y Xian Mei'er duró más de lo que él pensó. No fue hasta casi la medianoche que los dos finalmente se separaron, y al igual que todos los demás, se dirigieron a sus respectivas habitaciones.
La Fortaleza Madre no era diferente a una base fantasma en este punto. Su tamaño masivo era simplemente demasiado para ser ocupado por poco más de 2000 hombres.
Además, aunque Bai Zemin había cuidado casi toda la sangre que corría como ríos entre los edificios de la fortaleza, el olor a muerte acompañado por el aullido del viento nocturno era realmente demasiado aterrador.
Tres equipos se dividieron en tres turnos, cada equipo un turno, para ocupar posiciones defensivas en las murallas. Soldados y evolucionadores de alma por igual se encargaron de disparar los cañones mágicos trasgos inmediatamente ante la más mínima señal de problemas, lo que alertaría a los monstruos líderes que descansaban en el centro de la base.
