Aún faltaban unos minutos para que el sol comenzara a asomar en el horizonte.
De pie en el patio trasero de la villa de Shangguan Bing Xue, el sonido del viento acompañado por el sonido del agua de la piscina de 10 metros de largo era la melodía que acompañaba a Bai Zemin mientras observaba el cielo que se volvía cada vez más claro con cada segundo que pasaba.
Había pasado más de una hora desde que Bai Zemin se enteró de la razón detrás de la muerte de Zhong De, pero para él, ese tiempo no había pasado en absoluto ya que su mente aún estaba en una especie de trance. De hecho, envió a todos a dormir y prometió contarles sobre sus experiencias en el Mundo del Ocaso en un futuro cercano.
¿Cómo podría estar de humor para tales cosas? Ya era un milagro que Bai Zemin no corriera hacia el norte y causara una masacre indiscriminada por temor a dejar a uno de los culpables con vida.
