Cuando Bai Zemin regresó al Reino de Gales, la guerra contra los demonios ya había terminado.
No fue una sorpresa para nadie que cuando el Rey Felipe apareció arrastrando el maltrecho cadáver del general demonio Bel'gos, los demonios perdieron inmediatamente todo ánimo para seguir luchando contra los humanos e intentaron escapar. Sin embargo, sin demonios de Tercer Orden para detener a la primera princesa y al rey, era imposible que estos demonios corrieran más rápido que ellos.
Los cadáveres de los demonios fueron incinerados usando un método especial que quemaba todo excepto los huesos. En cuanto al esqueleto de los cuerpos de los demonios, Bai Zemin descubrió más tarde que poseían una extraña cualidad que ayudaba a acelerar el crecimiento de las plantas y también fortalecía el suelo para el cultivo de alimentos.