Vistiendo una armadura de color dorado con bordes plateados, el Rey de Galas, Philip Di Gales, se encontraba al frente junto con varios otros guerreros de la humanidad. La tensión era tangible en el aire mientras el mana se agitaba en la parte trasera del ejército humano compuesto por un total de 50,000 hombres.
Los magos levantaron sus bastones mágicos preparándose para una activación inmediata de habilidades al menor avistamiento de seres demoníacos y los arqueros apuntaron sus arcos hacia el cielo con flechas de energía o flechas forjadas con huesos de bestias mutantes de Primer y Segundo Orden.