Unos minutos más tarde, Bai Zemin estaba de vuelta en el sofá en casa. Las tres pequeñas lolis estaban tan ocupadas jugando el juego de serpiente mientras se turnaban para recoger el cuaderno que ni siquiera se dieron cuenta de la ausencia de Bai Zemin.
No pudo evitar mirar a las niñas mientras pensaba para sí mismo que el juego de serpiente parecía ser más importante que él después de todo.
Bai Zemin no podía quedarse quieto, así que unos segundos después se levantó y gritó en voz alta:
—¡Mamá, voy a ver a Xiao Xiao!
—¡Está bien! —La voz de Ye Linger sonó desde la cocina junto con el sonido de los utensilios de cocina.
Bai Zemin sacudió la cabeza y comenzó a caminar hacia la parte trasera de su patio mientras pensaba que su madre estaba exagerando demasiado.
