Cuando la luz multicolor de las Piedras del Alma de Primer Orden desapareció, los pequeños y delgados fragmentos de metal experimentaron un cambio leve pero perceptible a simple vista.
Antes, excepto por su delgadez y longitud, no había mucho que una persona pudiera apreciar. Sin embargo, cuando Bai Zemin y Lilith miraron las puntas ahora, ambos notaron que además del hecho de que había claramente varias más en comparación con antes, el cuerpo de las puntas se había vuelto un poco más largo y un poco más grueso en la parte trasera pero tan delgado como un cabello en el frente.
—¿Así que ahora vas a empezar a lanzar esos dardos por todas partes?
—Oh, no esos dardos. Estos dardos no son el producto terminado después de todo.
Lilith dio un paso adelante y recogió uno al azar al escuchar las palabras de Bai Zemin. Su expresión se volvió bastante extraña mientras decía en voz baja:
