El poder de devolver a los muertos a la vida era un poder que solo debería pertenecer a la existencia suprema; el absoluto, el señor supremo que podría abrumar el tiempo y el espacio para retorcer la realidad a voluntad y cambiar las reglas naturales no solo del universo sino de la vida en general.
Lo mismo se aplicaba al poder de la creación. Crear vida no era tan simple como construir un televisor porque, para crear vida, primero se necesitaba una esencia; un alma. Pero ¿cómo era posible crear un alma? Después de todo, la forma en que cada evolucionador del alma crecía, independientemente de la raza, era absorbiendo parte del Poder del Alma de otra existencia.
En caso de que alguien tuviera la habilidad de crear almas a voluntad, ¿no podría ese alguien continuar evolucionando infinitamente a la velocidad del rayo?