—¿Eres la dueña de este lugar? —Cai Jingyi miró a la mujer en el suelo y preguntó con calma.
Al ver la aparición de un evolucionador del alma, la mujer sonrió amargamente y un destello de amargura brilló en sus ojos.
En el pasado, todo lo que había esperado era vivir una vida tranquila con su hijo al que había criado laboriosamente después de la pérdida de su esposo. Sin embargo, cuando apareció la entidad conocida como Registro del Alma y comenzó el apocalipsis, la vida tranquila que ella anhelaba fue interrumpida y su único ser querido la dejó poco después.
Aun así, no pudo encontrar el valor para morir. Por lo tanto, decidió vivir por ella y por su hijo. Por eso trabajó tan duro para llegar hasta aquí.
Pero... ¿De qué servían todos sus esfuerzos? Ella, que había decidido vivir su parte y la de su hijo, al final solo continuó siendo castigada y reprimida como si en su vida pasada hubiera sido la causa de innumerables males que solo podían ser pagados con su propio sufrimiento.
