Los requisitos para evolucionar la habilidad Regeneración del nivel máximo del Segundo Orden al nivel inicial del Tercer Orden eran tan monstruosos que el rostro de Bai Zemin palideció.
El número de Piedras del Alma de Primer Orden era demasiado alto como para evolucionar una sola habilidad, mientras que el número de Piedras del Alma de Segundo Orden era lo suficientemente aterrador como para asustar a cualquiera.
Incluso dejando a un lado el hecho de necesitar varios cientos de puntos de estadísticas naturales en cada una de las seis estadísticas rastreables, el requisito de Piedras del Alma era suficiente para que la habilidad Regeneración se mantuviera en ese mismo nivel en el que estaba actualmente por varias decenas de años.
No obstante, el tiempo necesario para la evolución, así como su dificultad, se había disparado a alturas colosales con el último requisito.
Una Piedra del Alma de Tercer Orden.