En cuanto a Bai Zemin en persona, actualmente estaba realizando otra tarea.
—Entonces, ¿no puedes advertirme de antemano? —Su silueta parpadeaba entre los árboles y la espesa vegetación a la velocidad del rayo mientras su voz viajaba a través del lugar.
¡Swoosh!
Un leopardo de seis pies salió de los arbustos y abrió sus mandíbulas. Sus ojos parecían rojos sangre, brillando locamente y llenos de intenciones asesinas, mientras la figura de Bai Zemin se reflejaba en ellos.
El olor a carne podrida asaltó sus fosas nasales y los largos colmillos de la criatura reflejaron los escasos rayos de sol que atravesaban las gruesas ramas de los árboles. A solo una pulgada de su cuello, el rostro de Bai Zemin permanecía inmóvil como si no estuviera consciente de la existencia de la bestia que estaba a punto de quitarle la vida.
—No. —La voz de Lilith sonó justo después de su pregunta. Al mismo tiempo, el cuerpo de Bai Zemin se cruzó con el de la bestia que estaba a punto de atacar.