Sosteniendo su Desierto Águila en su mano derecha, Bai Zemin apuntó a los zombis y disparó continuamente.
Su expresión era tan indiferente que parecía una persona jugando un videojuego de tiro al blanco en una consola en lugar de una persona que estaba disparando un arma real para quitar la vida de las "personas" que en el pasado eran los protectores de su patria.
Los zombis estaban en constante movimiento, lo que dificultaba apuntar y disminuía enormemente la tasa de aciertos. Sin embargo, esto era solo para un soldado normal.
A una distancia de menos de cien metros, simplemente era imposible que Bai Zemin fallara, a menos que la velocidad de movimiento de los zombis fuera infinitamente mayor que la actual. Por lo tanto, cada disparo impactó con fuerza en la frente de un zombi, explotando sus cabezas y manchando el suelo con sangre y materia cerebral.
