Después de buscar durante un par de minutos dentro de los enormes cráneos de las bestias, Bai Zemin suspiró y se acercó a las dos mujeres que justo caminaban en su dirección con expresiones de desamparo.
—Por sus caras, supongo que no tuvieron mucha suerte —Bai Zemin sonrió amargamente y, aunque hizo una pregunta, su voz sonó más como una certeza.
Wu Yijun abrió su palma, revelando el resplandor brillante de una roca azul profunda del tamaño del puño de un bebé con varias imperfecciones y astillas.
—Sólo logré encontrar esto dentro de uno de los leones de Primer Orden —Reveló algo amargamente.
Shangguan Bing Xue abrió sus dos manos y negó con la cabeza —Tampoco tuve tanta suerte. Solo encontré estos dos.
—...Olvidalo... —Bai Zemin suspiró y abrió su palma, revelando una Piedra del Alma de Primer Orden mientras decía con voz autocomplaciente—, Al menos logramos obtener cuatro Piedras del Alma de Primer Orden. Supongo que eso es suficiente.