—¿Lograste descifrarlo? ¿En su totalidad? ¿Eso significa que tienes una forma de abrir esa puerta? —Bai Zemin preguntó una pregunta tras otra como un niño emocionado e incluso tomó ambas manos de Kali con suavidad, mirándola intensamente con ojos brillantes.
Kali no hizo comentarios sobre su movimiento íntimo. Para empezar, Bai Zemin a menudo la arropaba en la cama cuando era hora de dormir, así que algo tan menor como sostenerse de las manos era realmente insignificante en comparación.
—Sí logré descifrar todas las runas que componen el círculo mágico, de hecho —Kali asintió, pero luego sacudió la cabeza y dijo lentamente—. Pero me temo que es imposible abrir esa cosa. No solo ahora, sino que incluso en el futuro nadie será capaz de abrirla.
La emoción de Bai Zemin se atenuó de inmediato y su luminosa expresión se oscureció tras escuchar las palabras de Kali. Lo que más le afectó fue que la chica dijera lo que dijo con un tono de voz tan indiferente como seguro.
