Mundos destruidos donde toda vida había perecido años atrás.
Explosiones sacudían la tierra constantemente, agrandando el ya colosal tamaño del cráter que se extendía a más de 300 kilómetros de distancia. La lava ardiente subía a la superficie desde el metro, y al entrar en contacto con el agua helada que corría a cientos de metros bajo tierra, producía explosiones de vapor lo suficientemente poderosas como para destruir una pequeña ciudad y aniquilar toda vida allí.
A lo lejos, una gruesa barrera blanca y brillante descendía del cielo y cubría una vasta extensión de tierra para que nada en su interior pudiera escapar o conectarse con el exterior. Las paredes de la barrera luminosa eran en realidad tan delgadas como una fina hoja de papel, pero su fuerza era tal que incluso la explosión de múltiples bombas nucleares sería insuficiente para atravesarla.
