El cuerpo de Eduard, el hombre que había liderado y gobernado Rusia no solo después del apocalipsis sino también antes, estaba en tan terribles condiciones que Bai Zemin dudaba si lo que estaba mirando era realmente un ser humano.
Probablemente sería mejor llamarlo simplemente un pedazo de carne repugnante, pensó para sí mismo.
—Por el amor de Dios... —Nangong Yi se volteó para enfrentar la puerta por la que había entrado con el rostro ahora pálido.
Había visto varias escenas sangrientas, al fin y al cabo, Nangong Yi era un evolucionador de alma de primer nivel que había estado luchando en las líneas del frente desde el principio del apocalipsis. Sin embargo, este nivel de tortura era extremadamente raro incluso para él.
—¿Estás bien viendo eso? —Nangong Yi se dio cuenta por el rabillo del ojo que la expresión de Bai Zemin era bastante tranquila mientras observaba y escuchaba la masa retorcida de carne.
