Sentado en el Trono de la Creación, Bai Zemin movió el poderoso y misterioso monumento en medio del espacio bajo la guía de Lilith.
Sólo fue gracias a Kali, quien trabajó prácticamente sin descanso todos los días durante el último mes, que Bai Zemin finalmente aprendió a controlar parcialmente el Trono de la Creación. Aunque sólo podía hacer que el trono hiciera cosas básicas como moverse hacia adelante, hacia atrás o girar en diferentes direcciones, seguía siendo mucho mejor en comparación con antes.
Para sorpresa general, el Trono de la Creación no consumía mana ni poder espiritual para funcionar. Sin embargo, esto ni siquiera significaba que un antiguo y misterioso artefacto pudiera moverse por el espacio, levantar un escudo para proteger a su dueño de la materia peligrosa e incluso bloquear el aterrador rayo del vacío así como así.
Bai Zemin podía sentir que su mente se hacía más pesada, su espíritu cansado y su cuerpo adolorido a medida que pasaba el tiempo.
