"Esta no era la primera vez que Bai Zemin había matado a inocentes, y en lo más profundo de su corazón, sabía que no sería la última.
Ni siquiera el ser más fuerte sería capaz de evitar involucrar a inocentes en algunas situaciones.
Solo una existencia absoluta y totalmente omnipotente, aquella a la que nadie podía oponerse porque una sola palabra suya podría borrar la existencia de su enemigo; solo una existencia de tal magnitud podría descansar sin tener que afectar a los demás si así lo deseara.
En el Mundo Oblon, por ejemplo, Bai Zemin mató a miles de millones de asuras y en el proceso incluso mató a bestias cuando intentó destruir el mundo.
Sin embargo, aunque sentía cierto pesar en su corazón ya que entre esas muertes había recién nacidos, Bai Zemin sabía que todos los asuras eventualmente se convertirían en máquinas de matar que no les importaría lamer la sangre de almas inocentes de las cuchillas de sus espadas.
Esta vez era diferente.