Más de una docena de ramas de jade fueron arrojadas hacia Bai Zemin, retorciéndose en forma de espiral mientras sus puntas, más aterradoras que una espada, apuntaban a diferentes partes vitales y cruciales de su cuerpo.
Cabeza, corazón, hombros, piernas, brazos, pecho, estómago. Claramente, el Árbol Devorador de Maná no sólo buscaba infligir heridas mortales, sino que también se preparaba para dañar las articulaciones de Bai Zemin y así disminuir su poder de combate en caso de que el ataque fatal fallara.
La expresión de Bai Zemin permaneció impasible. Utilizó menos de un segundo para convertir Fuerza en Magia, y al mismo tiempo, mientras avanzaba en lugar de retroceder para enfrentarse a las veinte o más ramas de jade, utilizó su conocimiento de la fuerza espacial.
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