—Igual aquí, guapo —Liang Peng rió antes de comentar con un tono juguetón—. Por cierto, sinceramente creo que deberías olvidarte de esa chica de hielo y buscarte a una chica ardiente. ¿No crees que es mejor?
Chen He se sonrojó de vergüenza y le dio una patada —Vete al diablo, tío.
Liang Peng rió a carcajadas antes de mirar a Shangguan Bing Xue, que parecía indiferente y no mostraba ningún tipo de reacción a sus palabras anteriores.
Ella asintió levemente y no dijo nada más. Esa era su despedida.
—Bueno, supongo que eso ya es bueno viniendo de ti —Liang Peng sacudió su cabeza y dijo sin saber si reír o llorar—. Si hubieras dicho algunas palabras bonitas, habría pensado que en realidad me estabas maldiciendo secretamente.
Sin decir otra palabra, Liang Peng se dio la vuelta y volvió al autobús del que había bajado, que también tenía en su interior a setenta u ochenta supervivientes.