—Padre, con usted aquí nosotros, sus vasallos, finalmente podemos tener un momento de paz de esas repugnantes criaturas que abrazaron la oscuridad ignorando la luz. —Israfel parecía increíblemente aliviado al pronunciar estas palabras.
De hecho, todos miraban a Dios con asombro, fanatismo, y sobre todo, ojos brillantes de infinita esperanza.
¡Este era su Dios! ¡El Dios al que siempre habían venerado y luchado, rezado y adorado!
—Medes suspiró en su corazón al ver las caras de la gente ante él. Era en momentos como estos que siempre experimentaba un ligero dolor de cabeza, ya que era difícil explicar algunos asuntos.
Afortunadamente para Medes, no estaba solo.
—El arcángel Gabriel dio un paso adelante y, con una voz suave y gentil, comentó: "Me temo que Su Gracia no podrá matar a esos demonios".
—... ¿Qué? —Matthew Sánchez miró al ángel con tres pares de alas y dijo como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar: "El Señor... ¿no puede matar a esos demonios...?"