Los tres Santos se enfrentaron al Gran Diablo, alzándose como un muro entre él y las distantes tropas. Por un momento, ninguno de ellos se movió —la abominación estudiaba a los nuevos enemigos con sus ojos huecos, mientras Jet y sus compañeros observaban su forma macilenta con cansancio.
—¿Cómo está la situación? —su voz sonaba un poco ahogada a causa del dolor.
Kai respondió después de una breve pausa:
—El ejército del Cuadrante Occidental debería estar alcanzando a los Lobos, para ahora.
Jet asintió lentamente.
—Bien. Entonces… Effie, baja. Eres un blanco demasiado grande.
En el siguiente momento, las ruinas se desgarraron por la explosión de una violencia desgarradora.
El Gran Diablo no esperó más. Dio un paso hacia adelante, y al mismo tiempo, un huracán de arena y almas gritonas se levantó, haciendo que innumerables edificios se estrellasen y se disolvieran en polvo. Ese polvo fue atrapado por el viento, uniéndose al torbellino aniquilador.
