Las estrellas brillaban intensamente en el frío cielo negro. Sentada en una amplia rama de árbol, Lluvia las estudiaba en silencio, rodeada de oscuridad.
—Es extraño.
Algunas de las estrellas le parecían familiares, pero no podía reconocer ninguna constelación. El cielo alienígena del Reino de los Sueños era diferente del de la Tierra, pero peor que eso, era tanto caprichoso como poco confiable. Las estrellas que brillaban sobre el Dominio de la Canción eran diferentes a las que iluminaban el Dominio de la Espada, e incluso varias regiones de los dos reinos no compartían el mismo cielo.
Algunos lugares ni siquiera tenían un sol, mientras que otros estaban bañados en la luz de muchas lunas.
Los astrónomos probablemente se estaban volviendo locos...
—¿Por qué sigues despierta? Duerme. Necesitarás todas tus fuerzas mañana. —La voz de su maestro resonó suavemente desde la oscuridad, haciendo que Lluvia suspirara.
