Cassie cerró lentamente los ojos y se apartó del joven que estaba sentado frente a ella. Su apariencia delicada, comportamiento educado y sonrisa modesta…
Eran tan distintos del demonio aterrador y perturbado que había presenciado en sus recuerdos.
Presenciar los recuerdos de alguien era un asunto extraño, porque lo que había sido y lo que la gente recordaba solían ser dos cosas distintas. Los recuerdos eran vagos, inconexos y frágiles, como los fragmentos de un sueño fugaz. Algunos eran vibrantes y profundamente marcados, algunos eran opacos y superficiales.
Algunos eran brillantes. La mayoría estaban llenos de dolor.
Pero el Santo de la Sombra poseía una memoria increíblemente clara. Era sorprendente, solo superada por la propia Cassie ahora que había Ascendido. Era como si nada de lo que había experimentado hubiera sido realmente borrado… al menos no los detalles del recuerdo que había elegido mostrarle, que debía haber sido importante para él.
