—Ahora, esto… va a ser un problema —dijo ella.
De pie en el umbral, Sunny estudiaba el largo pasillo. Se extendía en ambas direcciones tanto como podía ver, curvándose ligeramente. El piso de piedra era suave y uniforme, mientras que el techo alto estaba iluminado por una dispersión de gemas suavemente brillantes. Las gemas turquesas estaban incrustadas en él, sumiendo tenue el pasillo en una luz pálida.
El problema estaba en las paredes.
Ambas eran perfectamente suaves y sin uniones, como si el pasillo hubiera sido formado dentro de la montaña por algún medio desconocido en lugar de haber sido construido. Mucho peor, su superficie brillante era reflectante... las paredes del pasillo eran como dos espejos interminables.
Recordando lo que Cassie había dicho, Sunny frunció el ceño.
La vidente ciega inhaló profundamente detrás de él.
—Oh, cielos —su voz era sombría.
Sunny dudó por unos momentos, luego preguntó con neutralidad:
—¿Izquierda o derecha?